La nomenclatura priísta recibió una fuerte sacudida este lunes. Todos los intentos, una semana antes, para cambiar el método de elección fracasaron. No tuvieron manera de encontrar eco para su estrategia. Ni son pocos ni son de subestimar, el problema de Carlos Salinas, Miguel Ángel Osorio y Manlio Fabio Beltrones es que hoy pueden hacer poco en primera persona ante la base de militantes y los liderazgos territoriales.
El resentimiento hacia el partido y su cúpula es enorme, pero el poder que tienen los jerarcas nadie debería subestimarlo.
Hubo dos intentos para cambiar el método: 1.- el costo de la elección y 2.- el padrón de militantes. Pusieron todo el empeño en que el INE pusiera el correctivo y corrigiera el camino, pero la iniciativa se quedó a medias.
¿Por qué? En un primer intento buscaron que el Consejo General del INE discutiera y fijara postura sobre ambos asuntos. Los argumentos eran tan pobres que lo remitieron a la Comisión de Prerrogativas y Partidos, y ahí se quedó el dictamen, no logró escalar.
Surgieron dos interpretaciones: la primera difundida por los jerarcas, de que sería un gran error gastar tanto y no tener un padrón definitivo; la segunda con fundamento jurídico, de que una comisión del INE no puede restringir ni limitar el orden interno de un partido político sin que lo avale el consejo general del INE y no fue el caso.
Surgieron tres estrategias: la de la nomenclatura de atemorizar a la militancia, la del equipo de Ivonne Ortega, para tomar las instalaciones del partido y de los comités estatales, y la del equipo de Alejandro Moreno, de derribar el acuerdo ante los
tribunales.
Se creó un gran debate en las redes sociales, donde nunca hubo espacio para la estrategia “oficialista” y el tiempo se agotaba.
La presidenta del PRI, Claudia Ruiz, agendó el lunes reuniones escalonadas previo al Consejo Político, primero con los presidentes estatales y delegados, luego con los gobernadores y finalmente con los
aspirantes.
La única que abogó por cerrar el proceso y cambiar el método, aludiendo el costo de la elección, fue la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien representa a la jerarquía en la mesa de discusiones.
Claudia no tensó la decisión, dejó que fluyera y entendió a tiempo que no existía ninguna posibilidad de modificar lo acordado y aprobado y abrió el debate.
Por primera vez, en mucho tiempo, en el salón solo estaban consejeros políticos nacionales; incluso varios diputados federales, que no son consejeros y que habían sido invitados, a última hora se les retiró la invitación. No querían contaminar más lo que parecía inevitable.
Cientos de priistas ocuparon las puertas de entradas a la sede del partido, que se dejaba ver como un verdadero búnker.
Se abrió el debate, hubo crítica y autocríticas, pero todas las intervenciones se negaron a acatar lo que pedía la comisión de partidos del INE.
Después de 14 intervenciones, nueve hombres y cinco mujeres se cerró el debate. La lista de oradores tenía inscritos a más de 50; solo la Red de Jóvenes por México había registrado previamente a 16, pero al considerar que el tema estaba ampliamente discutido decidieron pasar a la votación.
La presidencia del PRI llegó al consejo con bastante claridad, el secretario general, Arturo Zamora, en un par de ocasiones reiteró que el método no sería puesto a discusión.
Decidieron que el partido organice la elección interna a través de voto directo de la militancia. Sería la cuarta vez que lo hace, primero lo hizo para elegir el candidato presidencial del 2000, que ganó Francisco Labastida; dos años después para elegir la presidencia del partido, en 2002, que ganó Roberto Madrazo; y cuatro años después, en 2006, cuando fue electa Beatriz Paredes.
Ahora solo están con una fecha tentativa. El partido tiene que empezar de cero y emitir la convocatoria a través de la Comisión de Procesos Internos. Los estatutos advierten que concluido el periodo de cuatro años, en un plazo no mayor a 10 días deben realizarse elecciones. Y permite una prórroga de hasta 90 días más, que sería el 20 de noviembre próximo.
Lo que se busca, y es bastante sensato, que se mantenga la fecha del 8 del septiembre o antes, pero no después. Ante el desastre electoral que se le avecina al PRI en las elecciones del 2 de junio próximo, en los seis estados donde habrá contiendas locales, el partido no debería de perder más tiempo para organizar la intermedia del 2021, que implicaría renovar 16 gubernaturas.
De los seis candidatos, la boleta llevaría máximo a cuatro, con posibilidades de que sean solo tres. Las posibilidades se irán agotando para algunos, y habrá quien señale que “no están dadas las condiciones para que se realice el proceso”. A partir de la publicación de la convocatoria tomarán sus decisiones.
Los comités municipales y estatales tendrán un papel decisivo, serán los que tengan que velar por el desarrollo de la jornada. Los candidatos por su parte tendrán que asignar entre 6 mil y 7 mil representantes de casilla para que vigilen el proceso en la mesa de votación. La mayoría de los aspirantes ganaron el lunes el primer round.