Agencia El Universal
TLALNEPANTLA, Méx., noviembre 20 (EL UNIVERSAL).- El olor penetrante a carne humana quemada aún está en el recuerdo de quienes buscaron a sus familiares y a víctimas entre los escombros de San Juanico, tras la explosión de gas de Petróleos Mexicanos (Pemex), ocurrida hace casi tres décadas.
“Aún está en mi mente” esa sensación inconcebible de respirar más de 500 cuerpos calcinados, recuerda Abel Huitrón Rosette, a quien, como subprocurador General de Justicia del Estado de México en esta región, le tocó dar fe del conteo oficial de víctimas entre las que además están cerca de mil personas que quedaron sin piel y con el cuerpo plegado por el fuego.
Esta explosión de gas, que cimbró al Valle de México, a decir de pobladores de San Juan Ixhuatepec que sobrevivieron a la tragedia, dejó un saldo de cerca de 2 mil muertos.
Oficialmente “contabilizamos 503 cadáveres”, si hubieran sido 600 más, cientos de familiares hubieran reclamado los cuerpos o la indemnización, apuntó Abel Huitrón quien a 28 años de la explosión tiene en mente que el gobierno estatal y federal destinó cerca de 2 mil millones de “viejos” pesos al pago de indemnizaciones.
El entonces gobernador, Alfredo del Mazo González, y el presidente de la República, Miguel de La Madrid Hurtado, ordenaron pagar a las víctimas y familiares de los fallecidos una indemnización por “el doble de lo que marcaba la Ley Federal de Trabajo”, recordó Abel Huitrón.
Cifra que a 28 años resultó insuficiente para los sobrevivientes, especialmente para la generación de bebés y niños que ahora son adultos, que sobreviven sin brazos, piernas, con el rostro y el cuerpo plegado por el fuego.
Rocío Mendoza Pineda, tenía 4 años, sobrevivió gracias a que su madre la cubrió con su cuerpo y murió en la explosión salvando la vida de su hija; su padre también murió al proteger a otro de sus pequeños hijos. A tres décadas de la explosión, quienes eran niños son adultos que no pueden encontrar un empleo por deformidades y cuerpos plegados que les dejó el fuego. “Mi abuelo recibió algo, pero de PEMEX nada, compraron un cochecito que pusieron como taxi, el chofer lo chocó y se perdió”, recordó Rocío quien cada día lucha por salir adelante con las marcas que dejó la explosión en su cuerpo, pues de la indemnización no quedó nada.
Sin tranquilidad
A 28 años de la explosión, cientos de sobrevivientes de San Juan Ixhuatepec aún no duermen tranquilos, despiertan con sobresaltos ante cualquier tronido de cuetes.
La fosa común de Caracoles, donde hay 503 cuerpos sepultados, fue visitada este día por familiares de las víctimas, que en 1984 fueron identificadas sólo por el sitio en que quedaron sus cuerpos, pues las personas se fundieron a una temperatura que superó los 2 mil grados centígrados.
Con una misa y una ofrenda floral en el parque “Miguel Hidalgo” de San Juan Ixhuatepec, familiares y vecinos recordaron a las personas que perdieron la vida hace 28 años en las explosiones de San Juanico. Justo en el lugar donde la madruga del 19 de noviembre de 1984 una planta gasera de Pemex registró un incendio y la explosión de varios tanques esfera y pipas de almacenamiento de gas, actualmente convertido en un parque del pueblo, se reiteró la demanda de mayor seguridad y protección para evitar otra tragedia de esa magnitud.
Demandan puentes peatonales
En esta ocasión, los vecinos agregaron a su demanda la colocación de puentes peatonales que les servían como ruta de evacuación en caso de emergencia, los cuales fueron retirados para la construcción de la autopista Los Remedios-Ecatepec.
“La obra no ha colocado los puentes que deben ir sobre el río de Los Remedios, ha puesto algunos provisionales y estamos exigiendo al gobierno municipal y la obra que ponga los puentes peatonales que son las rutas de evacuación que todos conocemos”, dijeron los habitantes.
Los vecinos de San Juanico señalaron que la incertidumbre y el temor por el manejo de sustancias como gas y químicos existe en la zona, pero también reconocen que las más de 30 empresas asentadas en el polígono de seguridad han cambio sus medidas y constantemente son supervisadas para disminuir riesgos.