Tuvo sabor a poco, a desorden y a desafío. En su primera conferencia de prensa como presidente electo, Donald Trump admitió que “hubo hackeo ruso” durante la campaña electoral que lo llevó a la Casa Blanca. Pero minimizó el impacto de eso en el futuro y hasta le echó la culpa a los demócratas por lo ocurrido.
“Ellos no supieron proteger sus sistemas”, dijo. Luego relativizó el papel ruso con la idea de que “otros países también hackean”.
Confió, en cambio, en tener una excelente relación con Vladimir Putin y prometió que con él como presidente “nos respetarán mucho más que antes”.
Trump reiteró que “construirá” el muro con México, que “no piensa esperar” para hacerlo y que el país vecino “lo pagará de alguna manera”. No explicó cómo. “Hay muchas maneras de pagar”, dijo.
Seis meses después de su última conferencia de prensa, Trump enfrentó esta bajo presión, con informes sobre supuesta información personal comprometedora en manos del Kremlin que podrían servir para extorsionarlo y presionarlo a obrar de determinada manera.
“Todo eso es una porquería, una mentira. Gané las elecciones limpiamente y ahora quieren ensuciarme”, contraatacó. Acusó en el camino a medios de prensa por haberse hecho eco de ese informe. “Son una basura”, dijo.
El reconocimiento de la intervención rusa en la campaña es todo un giro.
Hasta ahora Trump había puesto en duda la conclusión a la que habían llegado las agencias de inteligencia del país, que señalaban a Rusia como responsable de una serie de ciberataques organizados contra computadoras del Partido Demócrata con el objetivo de influenciar la campaña electoral estadounidense.
Parte del encuentro fue dedicado a informar cómo se desvincularía del emporio de negocios que lleva su apellido y lo dejaría en manos de sus hijos “para que no haya conflicto de intereses”.
No queda muy claro cómo será eso. Pero sí es un dato notable que su hija Ivanka, quien tuvo activa participación en la campaña, queda también al margen de los negocios.
Eso abre conjeturas sobre un eventual papel político. El marido de la joven, el ambicioso Jared Kushner, de hecho, fue nombrado ya como asesor principal de la Casa Blanca. Una posición desde la que tendrá un poder inimaginable.
La cuestión de sus lazos con Rusia volvió una y otra vez. “El hecho de que Putin tenga buena sintonía conmigo debe verse como un activo y no como un problema”, insistió.
En cuestiones de gobierno hubo poco y nada. Sí prometió que habrá pronto propuestas para la Corte Suprema de Justicia. Y que será el mejor creador de empleo de la historia.
Defendió una vez más a los miembros de su controvertido gabinete, muchos de ellos, millonarios donantes de campaña sin experiencia política.
“¿Qué tiene de malo? Es hora de ver si podemos hacer buenos acuerdos de negocios en beneficio del país en vez de buenos discursos”, desafió.
Trump habló en tono desafiante y por momentos, muy enojado, por la difusión del informe que alude a comportamientos personales comprometedores. Entre ellos, una fiesta con prostitutas en el hotel Ritz de Moscú.
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