El Camino Real de Yucatán también conocido como el ‘Camino de la Corona’, establecido desde el siglo XVI, era una ruta de varios  kilómetros que unía las ciudades de Campeche y Yucatán.

Sin embargo, en los albores del siglo XVIII, este camino incluía otras villas como Valladolid y posteriormente recorría las principales villas  del norte, oriente y sur del estado de Yucatán.

Dicho camino –el más ancho y seguro-  partía de la Ciudad de Mérida hacia la ciudad y puerto de San Francisco de Campeche pasando por Maxcanú, Halachó, Calkiní, Hecelchakán, Tenabo y la Ciudad de Campeche.

Este pasaje tenía como finalidad unir las tres capitales de la península: Valladolid, Mérida, y Campeche, teniendo el último tramo  una distancia de 32 leguas largas, es decir 190 kilómetros, aproximadamente a 4 ó 5 días de camino siendo necesario pernotar varios días en las villas, haciendas y rancherías ubicadas en el trazo de dicha calzada. En la época de lluvias, estos caminos eran intransitables y pantanosos.

Era común que quienes transitaban por ahí se encomendaran a los santos patronos de cada una de las poblaciones existentes, lo que propicio la creación de pequeñas emitas y adoratorios en los accesos y salidas de dichas comunidades.

Las Relaciones Histórico Geográficas de la Gobernación de Yucatán que data de la última parte del siglo XVI —1579 a 1581—, señala que los caminos eran sumamente pedregosos y muchas veces para evitar las piedras iban haciendo muchas vueltas, lo que nos habla de la presencia de otras rutas en la serranía existente desde la Ciudad de Mérida a Campeche.

En Campeche, existían desde la época prehispánica obras de infraestructura hidráulica y de transporte, algunos sacbe (camino blanco), otras  obra para contener de las vaciantes de agua del estero de San Francisco o para el puerto de intercambio comercial que existió en el desaparecido poblado maya junto a los adoratorios que se encontraban en el mar.

Durante la época virreinal nacieron varios proyectos de infraestructura para la villa campechana, que buscaban hacer desembocar en el mar a los riachuelos y uno muy importante fue el estero de San Francisco, cuyo mantenimiento del cauce era fundamental en la época de lluvias para evitar que la población se inundara.

Con ello también nació la construcción de puentes, caminos y calzadas  que  se hicieron presentes a finales del siglo XVI e incluían según Raúl Casares G. Cantón, a la calzada que se extendía desde el puente de mampostería en Hampolol, hasta el puente de madera tendido sobre la hoy llamada Ría de San Francisco.

Es decir, la calzada existente entre Campeche y Hampolol, de aproximadamente 17 kilómetros,  ya estaba presente y en buen estado, de acuerdo al relato de los jesuitas Francisco de Florencia y Juan Antonio de Oviedo, quienes en su obra titulada “El Zodiaco Mariano”, relatan la importancia del pueblo de “Xampolol” específicamente durante el proceso de evangelización, con la aparición milagrosa de “Ntra. Señora del Rosario”, en un sendero cercano al manantial de dicho poblado en 1649.

Las obras en el siglo XVII, no solo incluían las construcciones civiles y militares sino las de infraestructura hidráulica y de transportes, una muy importante para el virreinato en Yucatán fue sin lugar a dudas el Puente de Hampolol, que databa de 1662 cuando se le agregó  una construcción en forma de diamante para ubicar dos cañones que servirían como defensa militar el caso del asedio pirata.

Un pasaje de real y cantoSin embargo, en 1665 el puente virreinal terminó con una nueva imagen bajo el mandato de Rodrigo Flores de Aldana (al servicio de Felipe IV) Caballero de la Orden de Alcántara y gobernador de la Capitanía General de Yucatán.

La relación de la entonces Villa de Campeche y el entonces poblado de “Xampolol” era importante, primero por la administración de los indígenas a manos de los religiosos regulares de la orden seráfica de San Francisco, cuyo convento se encontraba extramuros de la villa y bajo de estos,  se encontraba el cuidado de dichas almas; es por ello que después de las apariciones milagrosas de “Ntra. Señora del Rosario”, en 1649 la imagen referida fue llevada en procesión desde el poblado hasta el citado convento donde quedó resguardada.

En el siglo XVII, se edificó el primer templo, que contenía una pequeña espadaña y parapetos, bajo el patronazgo de San Antonio de Padua existente hasta la actualidad.

A finales de esa misma centuria el puente ya no prestaba un óptimo servicio y se proyectó una nueva obra. En el Archivo General de Indias, en Sevilla, existe un proyecto fechado en 1813, que propone mejoras al puente de Hampolol: “Ydea de la obra que debe hacerse en el Puente de Jampolol para evitar su total ruina, enmendar los soletos de su primera construcción y proporcionar que en el tiempo de lluvias quede transitable aquel país”

El plano en escala de 40 varas, corresponde a una vista  lateral del puente por el lado de la corriente y en él se señala:

 A. Nivel natural del terreno en que está situado el puente. 

B. Los tres únicos arcos u de que en el día tiene dicho Puente. 

C. Dos de más que deben abrirse para dar paso a las muchas lluvias que en tiempos de ese las cargan sobre de la ciudad y desborden este las calzadas colaterales dejando aquel paso intransitable por falta de alto para el curso de dichas aguas. 

D. Dos alcantarillas, una para aguas otra del mismo grande …. para evitar que [llene] de agua se [desborde] la corriente. 

E. Fábricar de cantería en los pilotes de los arcos por solo el lado de la corriente para romper la fuerza de esta y que dichas aguas se desvíen….

F. Pilastras donde terminan las ramas del Puente y empiezan las entradas. 

G. Bardas …..  que deben soportarse para la mayor comodidad y aumentar patrón de las calzadas. 

H. Barandas de ancha extensión para entrar y salir en el Puente. 

Posiblemente el proyecto y su texto se integraron luego a los trámites de rigor, pues en carta del 10 de junio de 1815, el Ayuntamiento de Campeche solicitó al Gobernador, Capitán General de la Provincia de Yucatán, diversas obras de utilidad pública, entre las que se encontraban “la composición de los caminos, y en particular la del puente de Hampolol”, de común y útil servicio a toda la provincia. Pocos años después, por cédula real don Miguel de Castro y Araos, Gobernador de la Provincia de Yucatán, con fecha del 16 de abril de 1818, mandó ejecutar las obras solicitadas.

Con lo anterior, se da cuenta de la importancia de dicho puente no solo como obra de infraestructura sino desde el aspecto social y militar, es por ello, que más tarde el general Francisco de Paula y Toro, emprendió la construcción de la primera carretera para unir Campeche y Mérida, empezando desde las goteras de la ciudad, conjunto con los de Guadalupe y San Francisco y atravesando el Puente de Hampolol.

El puente de Hampolol, se convirtió en una edificación ligada íntimamente con la historia de la península pero a la igual contenedora de grandes hazañas y eventos siendo los más importantes los ligados al traslado de la de imagen milagrosa de “Ntra. Señora del Rosario” al Convento de San Francisco extramuros en 1649. Así como el establecimiento de un presidio de sentenciados dedicados a la construcción de la carretera en 1843, por parte del H. Ayuntamiento de Campeche.

También en el puente, las tropas campechanas en 1848 detuvieron el avance indígena, durante la Guerra de Castas, fecha en la cual recibió algunos daños.

El 20 de noviembre de 1865 el Periódico Oficial del Departamento de Campeche anunciaba la próxima visita de su majestad imperial, la emperatriz Carlota de Bélgica, que incluiría entre su visita un refrigerio en la Hacienda Rio Verde, cercana al rio Homtún y cuyo paso obligado sería el puente virreinal, motivo por el cual fue remozado y bellamente  pintado y adornado.

En ese lugar una comitiva especial recibió a la augusta dama en diciembre de 1865 quien contemplaba no solo el puente sino el camino bellamente pavimentado con sillares de piedra labrada.

Desde entonces la población llevó en sus recuerdos el recibimiento ofrecido al paso de la calesa en el cual se hallaba la emperatriz imperial y la calurosa acogida, motivo por el cual se popularizó el nombre del “puente de la emperatriz”, en recuerdo de su paso y del bello remozamiento que se le hizo al añejo puente.

En 1999, dicho monumento histórico fue restaurado en su totalidad, realizándose una importante investigación arqueológica a cargo de especialistas del INAH, que lograron recuperar las dimensiones del trazo original de dicho camino, destacando la recuperación de uno de los dos escudos de piedra en bajorrelieve que refieren al imperio español, con la corona del emperador cubriendo los iconos que indican la unión de las coronas de Castilla, Aragón, Navarra y Granada, es decir, de todos los estados españoles.

Hoy, esta joya de origen colonial se continúa reflejando en las cristalinas aguas del antiguo Rio Homtún –conocido ahora como Río Verde- y permanece inmutable hasta la actualidad recordandonos que en el pasado fue el camino utilizado por una soberana europea.

Sin lugar a dudas, este monumento forma parte del tesoro arquitectónico e histórico de nuestro terruño, pues resguarda en sus muros de cal y canto,  parte de nuestra historia, formando parte del Patrimonio Histórico que debemos conservar para la posteridad.

José Arturo Chab Cárdenas
Centro INAH

COORD. LUIS ANGEL RAMOS JUSTO
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