Forjadores. Su convicción y paciencia por formar generaciones de campechanos letrados los llevó a ser recordados por varias generaciones. En la imagen, los profesores de la Escuela Normal Mixta, en el año de 1924.

Forjadores. Su convicción y paciencia por formar generaciones de campechanos letrados los llevó a ser recordados por varias generaciones. En la imagen, los profesores de la Escuela Normal Mixta, en el año de 1924.

LUIS ÁNGEL RAMOS JUSTO
OFICINA DEL CRONISTA DE LA CIUDAD

En el siglo pasado fue una de las profesiones que otorgaban a las personas más prestigio y estatus social en la sociedad mexicana. De hecho, los grandes hombres y mujeres que influyeron en la historia nacional y local se dedicaron a esa labor. Desde magistrados y primeras damas de la nación, gobernadores y esposas de gobernantes, también se desempeñaron en la función de  enseñanza en  las aulas de clases. Por tal motivo fueron reconocidos y a la vez alabados.

Es por ello, que  en nuestro país, se festeja cada  15 de mayo, el Día del Maestro en  reconocimiento a aquellos docentes cuyo esfuerzo, paciencia, dedicación, compromiso y responsabilidad, lo dedican a forjar estudiantes destacados.

Según las fuentes citadas, fue en 1918 cuando se celebró por primera vez en México el Día del Maestro, a razón de una iniciativa presentada por los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca Lobatón, quienes propusieron al presidente Venustiano Carranza que fuera establecido un día dedicado a los maestros. La fecha coincidió con la conmemoración de la toma de Querétaro y por este motivo la iniciativa  fue aprobada en 1917, y un año después se celebró por primera vez esta fecha el 15 de mayo.

Aunque no al mismo tiempo y ritmo que el centro del país, la enseñanza en nuestra ciudad capital empezó desde el  hogar de las familias campechanas, donde los jóvenes locales se  iniciaban en los rudimentarios conocimientos  de  la enseñanza y la escritura. Tiempo después “fueron los religiosos quienes se ocuparon de la educación en  sus distintos niveles” (José Manuel Alcocer Bernés, El instituto Campechano; la emblemática institución de la educación superior en Campeche, 2013, pág.34).

Vieja sede. Imagen que data de 1924; en ella se aprecia la Escuela Modelo.

Vieja sede. Imagen que data de 1924; en ella se aprecia la Escuela Modelo.

A su llegada, los primeros frailes franciscanos que pisaron la Península de Yucatán fundaron escuelas y trataron de inculcar la  alfabetización y los valores occidentales, así como la doctrina cristiana. Bajo este marco, y debido al interés de los vecinos pudientes de la Villa de San Francisco de Campeche, para que sus hijos fueran educados en centros de enseñanza superiores, los  religiosos fundaron el Colegio de San José, en 1716.

La dirección de este recinto estuvo a cargo de los sacerdotes Diego Veles, como  rector; Antonio Paredes, como maestro de Gramática, y al hermano Julián Pérez, para la escuela de niños. Desde  entonces, y hasta  1823, con la  fundación  del  Seminario Clerical del Arcángel de San Miguel de Estrada, los  religiosos guiaron senderos de  la educación.

Fue hasta 1859, con la creación del Instituto Campechano, cuando se abrazó la laicidad, entonces los primeros profesores  laicos impartieron conocimientos  en  el Instituto de Educación Superior de Campeche. Tomás Aznar Barbachano y Juan Carbó ocuparon el cargo de rector y vicerrector, respectivamente.

Oficialismo. El presidente López Mateos inaugurando la Escuela 'Miguel Hidalgo' en 1961;

Oficialismo. El presidente López Mateos inaugurando la Escuela ‘Miguel Hidalgo’ en 1961;

Sin embargo, en 1821, cuando el Ayuntamiento de Campeche aprobó la iniciativa de fundar escuelas de primeras letras en los diferentes barrios de la ciudad,  fue necesario contar con un mayor número de maestros y se exhortó a los civiles fungir como profesores para que se hacerse cargo de la primera enseñanza.

Tiempo después, con la finalidad de fortalecer la enseñanza en  la capital del estado, el 7 de agosto de 1878, comenzó a  funcionar  la Escuela Normal de Profesores, que  abrió la oportunidad para que las mujeres impartieran clases e instruyeran a la niñez campechana.

Más de una década después, en 1891 egresó la primera generación de  la Normal Superior y las primeras maestras, entre ellas María del Rosario Rivas Hernández, profesora de Instrucción  Primaria; Florinda Batista Espínola, profesora  de Primeras Letras; y Carmen Rodríguez y Felicia Beraza.

El  crecimiento de las escuelas  primarias y del  servicio  de los maestros era evidente y para  1907 el  gobernante campechano Tomás Aznar Cano, informaba que las  escuelas  primarias contaban con 3 mil 746 niños  y mil 494 niñas, ubicados en las 71 escuelas que eran costeadas por el Estado y por los ayuntamientos, más 14 escuelas privadas.

Ya para mitad de ese siglo, la profesión del maestro fue una de las más destacadas por su convicción para inculcar en los  niños los conocimientos básicos. Para darnos una idea del estatus que otorgaba dicha  profesión, sólo basta saber que una mujer muy recordada por su labor en favor de la niñez, Eva  Sámano Bishop, esposa del  presidente Adolfo López Mateos, impartió clases en escuelas pobres de  la capital del país.

La educación fue una de las políticas públicas por excelencia del Estado mexicano como se aprecia en este evento cívico con estudiantes en la Plaza de la República.

La educación fue una de las políticas públicas por excelencia del Estado mexicano como se aprecia en este evento cívico con estudiantes en la Plaza de la República.

Campeche no escapó a esta regla y la también esposa del gobernante campechano José López Hernández, Lilia Reyes, era muestra de profesión. Pero también hay que traer a nuestra memoria que uno de los gobernantes recordados por ganarle terrenos al mar y generar una economía con mayores recursos, Alberto Trueba Urbina, también fue un apasionado por las aulas, de  hecho, según la tradición, paralelamente  de  gobernar  el estado, impartía clases en  el Instituto Campechano.

Finalmente, al recordar a los educadores que forjaron nuestro conocimiento durante la infancia, nos vienen a la mente recuerdos que ya no volverán.

Fueron los maestros quienes inculcaron en cada uno de nosotros la semilla del saber y el amor a las letras.

Coord. Luis Ángel Ramos Justo
Twitter @lura_ju