EL UNIVERSAL

En 1951 el joven químico de la UNAM Luis Ernesto Miramontes logró sintetizar la noreretisterona, el compuesto activo base de la píldora anticonceptiva femenina, que años más tarde transformaría el papel de la mujer en la sociedad.

Seis décadas después aún no existe en el mercado ningún anticonceptivo masculino, pese a que en todo el mundo se exploran líneas de investigación enfocadas a esa meta.

En México, donde la planificación familiar se estancó entre 2000 y 2012 (EL UNIVERSAL, 10 de abril de 2013), contar con una opción de este tipo sigue siendo una asignatura pendiente.

Según consigna la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, la tasa de fecundidad en las mexicanas de 12 a 19 años aumentó de 30 a 37 nacimientos por cada mil mujeres del año 2005 al 2011. De ese grupo de adolescentes que tuvieron relaciones sexuales, la mitad (51.9%) ha estado embarazada y 10.7% cursaba un embarazo al momento de la entrevista.

Otro informe de la Universidad de Guadalajara señala que cada año se registra un millón de embarazos en adolescentes (27.6% del total) en México. Entre los métodos anticonceptivos más utilizados en ese grupo de edad figura el condón (80.6%) mientras sólo 6.2% de las parejas recurre a los métodos hormonales.

“Se han intentado muchos abordajes para producir un anticonceptivo masculino. El gran problema es que mientras la mujer produce una sola célula sexual, el óvulo, que es muy sensible a las hormonas anticonceptivas, el varón genera millones de espermatozoides”, dice el investigador Armando Ferreira Nuño, de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.

“En el caso de la anticoncepción masculina, que se inició con más de 30 años de retraso, se requieren más resultados contundentes en las fases 3 y 4 de investigación de un fármaco y procedimientos no farmacológicos con resultados no sólo eficaces, sino generalizables”, dice por su parte el médico y sexólogo David Barrios.

Intentos infructuosos

“Encontrar un mecanismo que interrumpa la generación de espermatozoides o que la disminuya hasta niveles que induzcan infertilidad sin producir efectos indeseables (como pérdida del apetito sexual) es un obstáculo que aún no se ha podido superar”, reconoce Ferreira.

Junto con su equipo, el académico del Departamento de Biología de la Reproducción ha probado en ratones el empleo de una molécula sintética llamada ATD, que interfiere con la formación de espermatozoides (impide la última etapa de maduración) en los testículos, a partir de la hormona testosterona. La meta se logró, pero a costa de disminuir el deseo sexual en los roedores.

 

Otro grupo de investigación liderado por Alberto Darszon en el Instituto de Biotecnología (IBT) de la UNAM busca afectar la movilidad del espermatozoide al bloquear sus canales de ingreso de calcio para que pierda su movilidad a través del útero y no logre fecundar al óvulo.

Los científicos del IBT usan toxinas de alacrán: buscan hallar en ellas una molécula que bloquee el ingreso de calcio a través de la pared de los espermatozoides. Más tarde comenzarán las pruebas con ratones y eventualmente con humanos.

Por su parte Francisco Javier Jiménez -de la Facultad de Química de la UNAM- explora una alternativa poco estudiada: la inhibición de la maduración y movilidad de los espermatozoides a través de sustancias análogas a la serotonina.

Al parecer esta hormona interviene en el mantenimiento de las células germinales en los testículos y cuando sus niveles en la sangre son muy altos en los humanos se genera azoospermia (infertilidad).

Según el académico, la meta es atacar localmente este sistema fisiológico, ya sea en el testículo o en la cabeza del epidídimo (tubo que conduce a los espermatozoides) para afectar la maduración y motilidad de estos. Sin embargo, admite que aún se deben realizar más estudios para evaluar a esta hormona, pues podría tener otros efectos no previstos.

Apuesta mundial

En la carrera para obtener el primer anticonceptivo masculino dos opciones parecen llevar la delantera: los dispositivos para bloquear el flujo de espermatozoides mediante dispositivos plásticos, así como los métodos hormonales para reducir la carga de esas células sexuales. Un ensayo multicéntrico en fase clínica 3 realizado por instituciones chinas mostró resultados alentadores (http://jcem.endojournals.org/content/94/6/1910.abstract.)

En ese estudio, concluido en 2009, se administraron inyecciones de undecanoato de testosterona (una cada 30 días) durante 30 meses a un total de mil 045 varones fértiles chinos.

De esos voluntarios, 855 entraron a la fase de eficacia, es decir, debajo del umbral de producción de 10 millones de espermatozoides por mililitro de semen, que en la práctica equivale a la incapacidad para fertilizar.

La tasa combinada de falla de ese método en el ensayo fue de 6.1% (4.8% con supresión inadecuada y 1.3% con un efecto de rebote en la producción de espermatozoides tras alcanzar infertilidad). No se detectaron efectos colaterales serios y los niveles de fertilidad iniciales regresaron cuando se suspendió el tratamiento, excepto en dos varones.

“Los chinos, por la gran densidad de población que tienen están haciendo estudios de vanguardia en este terreno, con los cuales buscan inhabilitar a los espermatozoides en sus fases de maduración, en el epidídimo, donde permanecen hasta la eyaculación”, explica el doctor Ferreira Nuño, quien añade: “es un buen abordaje y permite pensar que sí se podrá obtener en poco tiempo la píldora masculina”.

Por otra parte, la Coalición Internacional para la Anticoncepción Masculina considera en un informe reciente que el método llamado RISUG (Reversible Inhibition of Sperm Under Guidance, Inhibición Reversible de Espermatozoides Bajo Guía) es el más promisorio de los potenciales métodos que hoy se investigan.

Este método, conocido también como vasectomía reversible, consiste en inyectar un compuesto químico (un polímero) que bloquea parcialmente los conductos deferentes por los cuales circula el semen y afecta las membranas de los espermatozoides, que contienen enzimas vitales para anclarse a los óvulos.

En la India se han completado diversos ensayos en fase clínica II en los que se observó una capacidad anticonceptiva hasta por 10 años con este método. En EU se alistan pruebas similares para ver su eficacia.

David Barrios cree necesario que el sector público y las grandes compañías apoyen la investigación sobre anticoncepción masculina. Pero considera más urgente una política pública de educación sexual y reproductiva con enfoque de género que incida en los valores machistas para fomentar co-responsabilidad de los hombres en la tarea de una vida reproductiva más responsable.

Sólo para hombres

Hasta hoy sólo existen dos métodos anticonceptivos para varones: el condón y la vasectomía.

La vasectomía tiene una eficacia de 100%; pero los varones que recurren a esta operación deben esperar unos tres meses o tener unas 25 eyaculaciones para eliminar los espermatozoides que quedan en los conductos deferentes y así alcanzar la infertilidad.

Según datos de la Secretaría de Salud, en México se practica una vasectomía por cada 15 operaciones de oclusión tubaria bilateral (ligadura de trompas de Falopio) en las mujeres.

El condón es el único método de planificación familiar que, además de evitar embarazos no deseados, previene enfermedades de transmisión sexual, como el VIH-Sida (su uso correcto y constante impide hasta en 95% la propagación de este mal). En el país, este método es el más utilizado entre los jóvenes de 12-19 años sexualmente activos (80.6%).