No sé si fue por la temporada de caza electoral, pero esa manera de repartir culpas de manera pareja, esa forma de tirarnos entre nosotros, de señalar, de acusar, de buscar a quien fregar no es propia de un país que históricamente ha tendido la mano a quien lo necesita y que en particular en Campeche no concuerda con lo que somos.
Hoy estamos inmersos en violencia, en corrupción exacerbada, en quejarnos del trato hacia nuestros paisanos en Estados Unidos mientras le hacemos la vida imposible a nuestros hermanos centroamericanos.
Vivimos una doble moral manifiesta en la que nos decimos comprometidos. pero hacemos hasta lo imposible por eludir responsabilidades. Es más fácil señalar y culpar que asumir y corregir.
En lugar de agitar el dedo mientras vociferamos culpas, podríamos bastante bien tomar acciones que nada nos cuestan y que si pueden hacer un cambio.
Todo lo problemático de esta ciudad se puede resolver si existe participación de su gente. Ejemplo, nos quejamos de los microbuses, pero somos los primeros en hacerles parada en donde estemos en lugar de caminar a las paradas asignadas. Así estamos ocasionando caos vial y logrando que un trayecto que podría ser de 20 minutos si hiciera sus paradas señaladas, se convierta en una hora o más.
Nos quejamos de las inundaciones y somos los primeros en tirar la basura en la calle que tapó la coladera con el justificante de que no hay bote cerca. Y por cierto, esa inundación, también provocó el aumento de baches.
Podemos pensar que todos los funcionarios públicos son corruptos, pero somos los primeros en ofrecerles una “lana” para agilizar nuestros trámites y que decir de la tan conocida “mordida” ya es tan común que se comenta como si nada. Es más, hasta decimos que “el que no tranza no avanza” o que “político pobre, pobre político”.
El caso es que el país está como está porque nosotros, sus habitantes, no estamos amando lo suficiente a nuestros hijos como para heredarles un país comprometido, limpio, participativo, honesto y aún más valioso, un apellido del cual se sientan orgullosos como familia y un patronímico igual de entrañable.
En ocasiones justificamos nuestra inacción y nuestro señalamiento a las autoridades con el argumento de ‘para eso pago impuestos’, o ‘para eso los elegí’, pero en realidad es más culpa nuestra que de ellos. Si bien es su responsabilidad, también es nuestra el no auxiliar en su solución. ¿O acaso culpar y señalar hace que se solucione?
Es nuestro país y nosotros somos los encargados que esté bien, le pedimos a gente que nos ayude en su administración, le pagamos sueldazos y queremos obviamente que sean los mejores. Pero la responsabilidad última es del dueño y el dueño somos nosotros.
¿Qué tal si no intentamos convencer a nadie y empezamos solo a hacerlo?
¿Qué tal, si empezamos aquí? Ya vivimos en uno de los lugares más seguros, en una tierra de riqueza innegable, ahora solo falta que a la definición de “Campechano” además de afable, cordial y franco le añadamos trabajador, comprometido, entregado, ÍNTEGRO Y HONESTO.
Sé que podemos, está en nuestros genes, nos lo merecemos y se lo debemos a nuestros hijos.
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