T. Bravo
LA CORUÑA.- Hace cinco años, Carlos Mouriño Atanes inició un sueño cuando adquirió el 39% de las acciones del equipo Celta de Vigo, en ese entonces en la Segunda División Española, pero que el pasado domingo disfrutó mejor que nadie cuando el conjunto gallego logró el ascenso a la Liga BBVA, donde a apartir de la próxima temporada se codeará con los llamados grandes como Real Madrid y Barcelona.
Mouriño Atanes, presidente de la entidad, ha vivido dramas personales en los últimos años. Primero el fallecimiento de su hijo Juan Camilo en 2008 y hace dos años el de uno de sus nietos.
Nacido el cuatro de marzo de 1943, Manuel Carlos Mouriño Atanes tiene una trayectoria exitosa como empresario, el cual se extendió al futbol, aventura que inició en 2006 y a la cual lo acompañó su hija Marian.
El pasado domingo se comprobó otro éxito del empresario: se ganó el cariño de la afición celtista, que en el estadio
donde festejaban el ascenso de su equipo no dejaron de corear su nombre: “Solo hay un Mouriño y no es portugués”.
Discreto e introvertido, Mouiño Atanes era un desconocido para el celtismo en 2006. Llevaba tres años en el consejo de administración del club, pero no había sobresalido siquiera por su ambición.
Esa ambición que lo llevó a buscar nuevos horizontes antes de cumplir los 40 años. Buscó oportunidades y las encontró en el sector hotelero y en el de la automoción, hasta que, mediados los ochenta, adquirió un grupo de gasolineras en Campeche.
Ese olfato para el negocio y las relaciones con el poder palidece cuando por medio está la pelota.Pero Marian regresó a México cuando la tragedia golpeó a la familia. Un accidente aéreo acabó con la vida de Juan Camilo, el hijo menor de “Don Carlos”, Secretario de Gobernación en México, mano derecha del presidente Felipe Calderón.
Hace un año, con el equipo en la pelea por subir a Primera, un nieto falleció electrocutado en una piscina de un rancho de su propiedad. Ayer, con síntomas de agotamiento, el hombre que lo ha dado todo por mantenerle un pulso al destino, gozaba el ascenso con un rictus sombrío y palabras luminosas. “Hemos sufrido mucho, pero esto es una compensación y todos estos festejos nos dan ánimo”. Ante las posibles dudas de quien planteó el regreso a Primera como una cruzada personal, la plantilla y la afición le corearon para que disfrute y no se aleje del club