Raúl-Sales-Heredia-Heredia1-300x298
Palabras Altisonantes
Raúl Sales Heredia
Tiene formación como contador público y se ha desempeñado en diversos campos que van desde la docencia, hasta la consultoría financiera, pasando en diversos momentos por el periodismo. Actualmente es vicepresidente de la Fundación Avanza.
@RSalesH

Encrucijada

Voces, Viernes 14 junio, 2013 a las 11:01 am

Durante años, hemos visto en nuestro país actos de corrupción en cada esquina. Hemos visto cómo se da una mordida para acelerar un trámite o para evitar alguna multa. Hemos escuchado de llamadas que se hacen a fulanito o a menganito para pedirles un favor. Vemos con coraje cómo funcionarios que a pesar de ganar un sueldo decoroso, quieren más y de esta forma, aceptan regalos, hacen negocios por debajo del agua, hacen transas con las facturas y en general, nos dan atole con el dedo.

Lo hemos visto, lo hemos hecho tanto que hasta normal lo vemos. No podemos confiar en nuestros políticos porque “todos son iguales”. No podemos confiar en nuestras autoridades porque “todas son corruptas”. No podemos confiar en el vecino porque “todo lo malo de la cuadra es su culpa”.

Lo hemos visto tantas veces pero quizá no nos hemos puesto a pensar en que como ciudadanos somos corresponsables de estos actos de corrupción. Ejemplo simple: no pedirían mordida si no se la dieran y se denunciara. Pero estamos muy cómodos en nuestra área de confort. Para qué cambiar las cosas si así funcionan; que hará un hombre solo; ¿para qué?

Es esta nuestra encrucijada principal, retomar nuestra confianza como ciudadanos comprometidos. Ser capaces de cambiar nuestro entorno en pequeñas acciones que a nadie excepto a nosotros nos cause satisfacción. Sabernos ciudadanos que no tiramos basura en las calles, que cuidamos el agua, que consumimos productos orgánicos producidos en nuestro país, que ayudamos a nuestros hijos en sus tareas, que les inculcamos el valor de la verdad, de la responsabilidad, de la honestidad, de la integridad, de la superación, de la familia. Solo nuestra familia sabrá que lo estamos haciendo pero si alguna vez nos detienen y nos piden mordida, la negaremos y empezará el vía crucis de tiempo, calor, espera y pagaremos una multa mucho mayor pero, sabremos que fuimos íntegros, que nuestros principios siguen intactos, que nos habrá dolido la cartera, pero no el alma, que podemos ver a los ojos, mantener la frente en alto y tener la convicción de que seguramente habrá más como nosotros haciendo lo mismo.

Quizá tienen razón en que un hombre solo no puede cambiar la putrefacción que nos han aventado, pero un hombre solo puede ser ejemplo para sus hijos, para sus hermanos, para sus amigos, para su pareja, para sus vecinos. Quizá un hombre solo pueda ser esa gota que derrame el vaso de nuestro hartazgo institucional de un país que no se desarrolla y avanza al ritmo que debería porque viene arrastrando lastres de corruptelas, transas y del “¿para mí que hay?”

Estamos parados en una encrucijada en la que tenemos que tomar una decisión. O somos borregos y cómplices de lo que hiere a este país o decidimos ser la mejor versión de nuestra persona y enorgullecemos a todos aquellos que están y han estado a nuestro lado siempre.

Mientras más seamos, más sencillo será poner al sistema en su propia encrucijada. En esa en que tendrá que decidir si sirve al ciudadano y encarcela a los que dañan al pueblo o sigue por el mismo camino y colapsa dejándonos sangre y lágrimas.

Yo confío en México porque así demuestro mi confianza en mis padres, en mis hermanos, en mis amigos, en mis paisanos. No obstante, tengo que hacer lo posible para que sea mejor pues es mi responsabilidad y debo de ganarme la confianza de mis hijos, de mis sobrinos y de todos aquellos infantes que esperan que yo, que tú, que nosotros, hagamos un país digno de ellos.