El pasado proceso electoral ha resucitado el debate acerca de la verdadera utilidad del financiamiento a los partidos políticos.
Un recuento hecho por la analista Denise Dresser llega a la conclusión de que este esquema de entrega de dinero a los institutos políticos ha perdido su razón de ser –equidad entre las diferentes fuerzas y ahora es una práctica viciada en la que se fortalece todo –empezando por las arcas de los partidos- excepto la democracia mexicana. Los partidos políticos tienen actualmente un margen de movilidad de recursos ilimitado y, aún cuando rebasen topes de campaña o sean sorprendidos comprando votos, la ley es benévola para sancionarlos.
Como bien lo explica la académica, hoy los institutos políticos son los que deciden las reglas del juego: cómo distribuir y gastar los recursos sin que algún ente externo e independiente los someta a vigilancia.
Son las mismas cúpulas partidistas las que ordenan a los legisladores en turno buscar más y más financiamientos en los presupuestos que aprueban cada año. Hoy, los partidos políticos –parafraseando a Dresser- son “organizaciones multimillonarias” que en vez de “transmitir demandas legítimas desde abajo, ofrecen empleo permanente a los de arriba”. Son también institutos que usan recursos de la ciudadanía sin explicar puntual y cabalmente su destino.
Y va más allá al calificarlas como agencias de colocación “para una clase política financiada por los mexicanos, pero impermeable ante sus demandas”.
Hoy, cualquier ciudadano se pregunta si los partidos políticos están atendiendo sus inquietudes. ¿Son realmente nuestros portavoces? ¿Nos están cumpliendo?
TUMBABURROS
Bieber (Sust. propio). Jovenzuelo canadiense que se dice cantante, que lleva una vida desbocada en la que lo mismo es sorprendido en estado de ebriedad que consumiendo presuntamente estupefacientes, pero que a donde se presente –como será en México- enloquece a millones.
Cruzada contra el hambre (Sust. propio). Dícese así al plan anunciado con bombo y platillo por el gobierno federal destinado a reducir uno de los flagelos más grandes del país y que en un principio incluiría a tres municipios de Campeche. Programa que ahora tendrá que esperar, quien sabe por qué.
Promoción turística (Verb.). Acción que debe ser una constante en nuestro estado, con una estrategia definida, clara y no sujeta a caprichos ni arranques de autoridades encargadas. Estrategia que está fallando, tal y como lo denunció una lideresa empresarial y que debe ser recompuesta.