ANA CECILIA GUTIÉRREZ
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Desde hace muchos años cuando comenzaron a utilizarse los garrafones de agua purificada, los tradicionales “aguadores” poco apoco fueron desapareciendo de las calles.
Quien desde hace más 30 años ha ejercido el bondadoso oficio de llevar agua lluvia a los hogares campechanos, es don José Diego Cahuich Cahuich, de 77 años, quien habita en el barrio de Santa Lucía.
En entrevista con EL EXPRESO, don José relató que desde hace poco más de 30 años se dedica a la venta de agua y para ello utiliza una carreta y su fiel mula, indespensables para su labor.
Recordó que de pequeño vivió con sus padres en el poblado de Dzibalché, lugar donde conoció a su esposa María Layda Cahuich Ceh, con quien procreó ocho hijos, de los cuales viven siete.
Continuó su charla mencionando que con el paso de los años y al crecer sus hijos, decidieron mudarse al poblado de Pustunich, Yucatán, y posteriormente venir a la capital campechana, para que sus hijos estudiaran y pudieran darles una mejor educación y un mejor futuro.
Al llegar a la ciudad don José Diego se dedicaba al cultivo de la tierra, pero luego vio como una buena opción dedicarse a la venta de agua. Así se unió al Sindicato de Aguadores de Campeche, mismo que, junto con muchos de sus colegas, ya desapareció.
Añadió que cuando entró al Sindicato eran 88 los miembros, pero poco a poco fueron saliéndose y actualmente son muy escasos los aguadores a carreta en la ciudad.
La charla la continuó diciendo que aunque el negocio realmente no le dejaba mucha ganancia le gustaba y aunque siempre tenía que hacer algo para completar el gasto para su familia le gustaba ir de casa en casa ofreciendo el vital líquido.
Recordó con nostalgia que en ese entonces la medida, un bote de acero inoxidable de 10 litros, la vendía a 25 centavos. Señaló que sus clientas usaban el agua para la comida, para hielo y para preparar sus cafés.
Actualmente sus clientas son hijas de las señoras que incluso ya hasta fallecieron, pues eran mayores de edad.
Mientras relataba su vida como aguador, su esposa, doña María Layda Cahuich Ceh, barría su vivienda y posteriormente se acercó a escuchar la entrevista en la que don José Diego mencionó que durante su vida como aguador ha utilizado sólo cinco mulas.
Una de ellas aseguró que le vivió 24 años, pero murió de longeva.
Posteriormente dijo que compró tres mulas más y esta última, la que ahora le acompaña, la adquirió hace cinco años.
“Realmente es poco lo que se gana actualmente, vendo aproximadamente menos de 200 pesos, por ejemplo hoy vendí unas 35 medidas y cada una la vendo a cinco pesos, osea, saqué unos 180 pesos y de ese dinero tengo que sacar para el agua y para la comida de la mula, realmente no me queda mucho de ganancia”, comentó.
Para finalizar la entrevista dijo que el cultivo de la tierra la combinó con la venta de agua y explicó que tras unirse al ya desparecido sindicato de aguadores, le compró la carreta y la mula a un socio, y desde eso ha mantenido su transporte con el que recorre las calles tradiciones de la capital campechana.
Comentó que sale de su hogar a las seis de la mañana y se dirige a llenar su carrera con agua lluvia, con el señor de apellido Medina, quien habita a tres o cuatro cuadras de su casa en el barrio de santa Lucía.
A veces logra llenar la carreta un día antes y posteriormente comienza con su jornada de trabajo cerca de las ocho de la mañana y para cuando dan las 11 de la mañana, se dirige a su hogar.
No todos los días sale a vender sus medidas de agua, sólo sale los días martes, jueves y sábado, pues ya es una persona mayor y el sol ya le ocasiona muchos problemas.
No se aleja mucho de su hogar, pues la mayor parte de sus clientas habitan en el fraccionamiento Justo Sierra y en la colonia Carmelo.
Añadió que seguirá vendiendo sus medidas de agua lluvia mientras Dios le preste vida, pues ama su trabajo con el cual ha mantenido a lo largo de estos años a su familia.