Abel Efraín Durán Reyes
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Aunque recientemente las nuevas generaciones de historiadores han cuestionado que la Plaza de la Independencia, mejor conocida como Parque Principal, haya sido el eje rector de la vida en Campeche, no hay duda que este espacio fue uno de los más trascendentales para la ciudad.
Plaza de Armas primero, Plaza de la Constitución después, más tarde Plaza de la Independencia, actualmente el Parque Principal constituye uno de los más emblemáticos espacios de convivencia y tradición, que incluso se vende a los turistas como uno de los principales atractivos campechanos.
La plaza central fue, sin duda, uno de los núcleos de la vida cívica del campechano, pues allí tenía lugar desde la tertulia hasta los grandes eventos artísticos, festivos, políticos y cotidianos.
Hoy, rodeada de sitios turísticos y culturales, como la Catedral, la Casa 6, la Biblioteca Campeche, la Casa Vieja, el edificio Cuauhtémoc, el Hotel Campeche y más, antes estuvo rodeada de los principales edificios políticos, administrativos, gubernamentales, militares y religiosos de la entidad.
Su construcción es tan antigua como la ciudad misma, data de finales de 1540. Sin embargo, su historia arquitectónica es tan evolutiva como, de igual forma, lo fue primero la villa, luego la ciudad y hoy la capital estatal de San Francisco de Campeche.
El Parque Principal sufrió consecutivos cambios en su diseño. Fue hasta 1985 cuando adoptó su forma actual, una restitución de la apariencia que tenía hacia 1914.
El afamado arqueólogo campechano, Román Piña Chan, al hacer una descripción de la misma en su obra ‘Piedras ante el Mar’, refiere: “En el centro… están guardados los recuerdos, la tradición, el origen, su filiación y la esencia del espíritu campechano. Allí, despejada, sobria, armoniosa, está la plaza más bella de Campeche, la que rige la vida de los pobladores; pues en torno a ella se ubican las principales tiendas y almacenes, las farmacias, los restaurantes, los bancos, los cines, los sitios de automóviles, los boleros, mendigos y vendedores de billetes de lotería. Y aunque ya no existe la Contaduría y la Aduana Marítima, ni el Cuerpo de Guardia Principal y el Palacio del Ayuntamiento; ni tampoco el pozo, la picota y los laureles que en otras épocas tuvo la Plaza de Armas, ésta encierra, como decíamos, la tradición: porque en torno a ella se hizo el reparto de solares a los conquistadores y la villa y ciudad fue haciéndose adulta, porque para consagrar a los héroes y despedir a los muertos, para la Nochebuena y la Semana Santa, para el mitin exaltado y para la fiesta, para la protesta y para la serenata dominguera, la Plaza de Armas fue siempre la síntesis de los campechanos, su eje, la cuerda de unión”.
En efecto, debido a las leyes españolas que por entonces regían la fundación de una villa o ciudad, las propiedades de los conquistadores deberían estar en torno a un espacio central en el que se ubicarían las sedes de los poderes político, militar y religioso.
Al fundar Francisco de Montejo “el Mozo” la villa de San Francisco de Campeche, destinó, antes que nada, el sitio para la Plaza de Armas a partir del cual se trazarían las calles y que sería el núcleo principal de la villa.
Según investigadores del Centro INAH-Campeche, en 1562 esta área no era más que un espacio vacío sin empedrar y así continuó hasta 1663, aproximadamente, en que en un plano de la ciudad se observa ya la picota, donde se daba castigo a los reos; sin embargo, en un plano de Jaime Frank, levantado en 1690, se ubica a la plaza con la picota y un pozo.
Con motivo de la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812, Fernando VII decretó que la plaza principal de todos los pueblos españoles sea denominada en lo sucesivo ‘Plaza de la Constitución’, y en Campeche es llevada a cabo esta orden colocando una placa con dicha inscripción; simultáneo a este hecho, el Ayuntamiento mandó a destruir la picota.
Dos años más tarde, el mismo rey declaró nula dicha Constitución y mandó separar la lápida del lugar, volviéndose a colocar en 1820 por decreto del mismo monarca. En 1829 se mandó quitar la placa, sustituyéndose por la de ‘Plaza de la Independencia, Año de 1821’, para conmemorar la separación de México del dominio español.
Según diversas descripciones, para 1844 la plaza poseía un sencillo jardín compuesto por plantas silvestres, entre ellas, un abundante abrojo con innumerables flores pálidas formando una alfombra simple.
El 22 de noviembre de 1858, el general Pedro Baranda presentó al gobernador Pablo García y al alarife Joaquín Solís Espinosa, el diseño de un croquis para un jardín más elaborado; se trazaron las calles, arriates y asientos del futuro jardín y se levantaron los pretiles. Sin embargo, por causas políticas, estos trabajos se suspendieron y fue hasta 1869 cuando que se concluyó la obra. El enrejado del jardín fue elaborado en la herrería conocida como “La Aurora”, y las puertas fueron traídas de Nueva York.
Hacia 1857 se realizan otras mejoras: se enladrilló el piso, se puso mármol a la glorieta del centro y se construyó una fuente.
Tiempo después, en 1913, se cambió la fuente central por un kiosco, por ser la moda predominante de aquel entonces en toda la República, pero en 1940 fue sustituida por otra fuente de tres cuerpos, quedando la plaza con mayor amplitud.
Durante el sexenio del gobernador Eugenio Echeverría Castellot, de 1979 a 1985, el Parque Principal fue nuevamente intervenido, se quitó la fuente, se volvió a colocar un kiosco y se le colocó en enverjado de hierro actual.
Poco antes, en 1963, el gobernador José Ortiz Ávila había mandado a derribar el conjunto de edificios que constituían la Aduana Marítima, el Palacio Municipal y el Palacio de Gobierno, trasladando los poderes y oficinas administrativas a otro edificio moderno, por lo que el espacio que constituía la plaza central perdió parte de su esplendor.
Actualmente se cree que si bien la Plaza de la Independencia fue trascendental en la vida de los campechanos, el verdadero eje de la ciudad lo constituyó la Calle 59, que comunicaba a las puertas de Mar y de Tierra, y que era el paso obligado de las mercancías y todo tipo de productos que eran exportados e importados y que le dio a Campeche el título de principal puerto de a Península de Yucatán, elemento sin el cual la ciudad no habría llegado a tener la importancia que un día ostentó. El debate al respecto será largo