Vladimir de la Torre
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El Partido Acción Nacional, desde su creación, si algún signo tuvo de fuerte institucionalización fue su crecimiento electora. desde el 1983 al 2000 su crecimiento fue exponencial.
Pocos partidos políticos en el mundo lograron en poco tiempo concretar su ascenso político. Desde que el PAN ganó la primera diputación local, hasta que logró conquistar la Presidencia de México sólo transcurrieron 17 años. En el intervalo, ganó alcaldías, diputaciones federales, puestos en el Senado y estados. El proceso electoral de Chihuahua, en 1986, dividió la historia electoral del país en dos partes. Las opciones para el PAN, como un opción real, quedaban materializadas.
Más tarde, la derrota en las urnas a finales de los 90´s, volvió a exigirle al partido que planteara su capacidad de organización.
En las elecciones federales intermedias de 1997 el PAN obtuvo el 26% del Congreso federal; el PRI se alzó con el 47%; y el PRD con el 24% de la votación. En Campeche, el candidato panista a la gubernatura, Miguel Ángel Montejo, sólo obtenía 6 mil votos de los más de 200 mil que fueron contados. La alcaldía de Campeche fue disputada entre el panista Nelson Gallardo y el priísta Víctor Méndez.
La elección de 1997 marcó en Campeche el inicio de la diferenciación electoral y cambió radicalmente la manera en que el electorado manifestaba su voto. Mientras que el estado era debatido entre el PRD y el PRI, la capital campechana era la discordia entre el PAN y el PRI.
El crecimiento del PAN fue eminente con la llegada de Vicente Fox a Los Pinos. No sólo en México, en Campeche una nueva generación de jóvenes panistas enfrentaban a lo más rancio y anclado del priísmo campechano. En el 2000 el PAN logró la alcaldía de Carmen y otros dos municipios del interior del estado, logró sentar a varios diputados locales en el Congreso, y el primer panista llegaba al Senado de la República.
Su crecimiento fue exponencial. En las elecciones intermedias del 2003, los votantes a favor del PAN crecieron en Campeche unas 16 veces, de 6 mil votos contaron a su favor 97 mil con la candidatura del panista carmelita Juan Carlos del Río. Ganaron en 6 municipios, impusieron récord de diputados en el Congreso local y sacudieron, como nunca antes, el añejo voto priísta.
Ese año, 330 votos de cada urna electoral del estado, en promedio, fue contabilizado a Acción Nacional. El PRI en promedio recibió 336 por cada casilla.
La elección del 2003 pasó a la historia como la contienda más reñida que ha tenido la vida electoral de Campeche. Para entonces, Vicente Fox ya había colocado a panistas en las más de 70 delegaciones federales del estado, y que en los primeros dos años de su sexenio no había logrado remover completamente, sobre todo en estados gobernador por el PRI.
Cientos de jóvenes, esperanzados en la gran oportunidad de la oposición, trabajaron junto a Juan Camilo Mouriño, quien pese a perder la elección de alcalde, se convirtió en el líder moral de ese partido.
Pero lo que el PAN había logrado en las urnas, pocos meses después se empezó a perder. Las divisiones al interior del PAN empezaron a ser proporcionales a los votos ganados en las urnas.
La división panista entre los grupos Carmen y Campeche empezaron a cosechar enfrentamientos. Camino a la elección del 2006, la elección interna del candidato panista a la presidencia catapultó a la opinión pública las diferencias panistas. Grabaciones, audios, traiciones y descalificaciones eran el común denominador entre los que apoyaban a Felipe Calderón, en Campeche, y los que lo hacían en Carmen a favor de Santiago Creel. Esta elección interna fue la primera prueba no superada por la cúpula panista. Las diferencias entre los dos grupos no fue superada hasta hace apenas un par de años.
Para el panismo local, la figura de Juan Camilo Mouriño, sentado al lado de Calderón en Los Pinos, era un síntoma de crecimiento inmediato. En la elección del 2006, el PAN en Campeche había obtenido ya importantes derrotas en las urnas locales. Calderón no sólo perdió en Campeche, sino que su partido había perdido tres municipios en los que gobernaba e importantes puestos en el Congreso local.
La elección intermedia del 2006 fue la primera advertencia al panismo de que las confrontaciones podían llevar al partido a la derrota electoral en el estado. Los panistas no aprendieron la lección, divididos en cuantos grupos fueran posible, cada uno fue en busca de refrendar sus intereses partidistas y se olvidaron de buscar la unidad necesaria. La muerte de Juan Camilo Mouriño en el 2008 dejó dividido en pedazos el partido y cada grupo decidió escalar por el poder del partido en el estado.
La postulación de Mario Ávila en el 2009 no estuvo exenta de inconformidades, mientras que los menos lo veían como el candidato idóneo, otros lo vieron como una imposición: Ávila no recibió el apoyo del panismo carmelita que quedó amputado cuando se le negó a Enrique Iván González la postulación a la alcaldía de la Isla.
Desde el Congreso local, y con buenos resultados en su gestión, saltó Carlos Ernesto Rosado Ruelas en busca de su candidatura. Las elecciones del 2009 fueron inéditas para la vida política del estado: el candidato del PRD, Francisco Brown, declinó a favor del candidato panista; el PRI recuperó la alcaldía de Carmen; el PAN ganó la capital del Estado; y los candidatos a la gubernatura Ávila Lizarraga y Fernando Ortega, logran una votación histórica para su partido. No es posible aún determinar cuántos de los votos que se adjudicaron a Acción Nacional fueron de simpatizantes del PRD.
La geografía política del estado volvió a cambiar, el PAN ganaba también cinco municipios del estado y lograba por votación sentar a diputados locales y federales por la vía plurinominal.
La derrota de Mario Ávila en las urnas desdibujó aún más la vida política al interior del PAN. Los delegados federales empezaron, como nunca antes, a alejarse del partido y empezaron a detectar que su permanencia estaba en peligro. Se acercaban las elecciones federales del 2012 y los resultados en otros estados daban por hecho de que para mantener la Presidencia de la República se necesitaba más de un milagro.
La vida activa de muchos militantes panistas volvió a su rutina, el PAN fue perdiendo capacidad de convocatoria y sólo la figura del entonces alcalde de Campeche, Rosado Ruelas, mantenía a un respirador artificial el futuro del partido.
Pero una vez más, las elecciones internas para elegir candidatos a la Presidencia y para postular candidatos a todos los cargos, se volvió una batalla campal en seis elecciones internas en las que el PAN quedó desgastado, y a lo que se sumó la renuncia de Rosado Ruelas a la alcaldía de Campeche.
Sin alianzas, sin unidad, sin estructura y sin capacidad de llegar a acuerdos, el PAN sufrió en las elecciones del 2012 la más grande derrota desde 1997.
En perspectiva, el liderazgo local del PAN envejeció, no se rodeó de elementos que pudieran oxigenarlo ideológica ni organizativamente, y pagó el resultados en las urnas.
Solo 120 votos en promedio en cada urna fueron para su partido. La fuerza democrática que lo llevó al poder, fue la misma que lo derrotó. Ningún partido dividido podía llegar más lejos, la democracia sólo es efectiva si se sabe qué hacer con ella. Pueden superar el reto, pero es enorme.
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Jorge Alberto Nordhausen
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