
SUICIDIO. Hace unos días el Instituto Nacional de Psiquiatría realizó un estudio que fue presentado al Gobierno del Estado y en el que se reafirmaba que Campeche estaba entre los cinco primeros lugares del país con mayor tendencia al suicidio. El estudio se habría realizado en siete municipios de la entidad para analizar los síntomas que generan el acto de quitarse la vida. La intención es revertir con programas más eficaces de prevención la estadística que no deja de ser alarmante. Cada semana un campechano se suicida.
Estudiantes de Campeche, Calkiní, Carmen, Escárcega, Champotón, Candelaria y Hopelchén fueron encuestados y entrevistados para llegar a análisis conclusivos de los patrones de conducta. En el estado, aunque las mujeres lo intentan más, los hombres son quienes más lo logran.
El tema tiene algunas aristas sueltas. El diseño del sistema de salud, como está hoy, tiene grietas que deben ser atendidas de forma inmediata. Si una persona sobrevive a un intento de suicidio y llega a las instalaciones del Seguro Social, una vez que es atendido por los daños físicos que le pudo provocar el intento, es dado de alta y no es remitido a recibir tratamiento psiquiátrico y/o psicológico en las instalaciones del Hospital Psiquiátrico que opera en San Francisco Kobén. ¿Por qué? El tema tiene que dejar ser visto como un hierro caliente que nadie quiere sostener. El Programa Estatal de Salud Mental carece de un presupuesto más amplio que permita a los encargados realizar una real y eficaz labor de disuasión y prevención.
Es un error abordar el suicidio desde una perspectiva psiquiátrica únicamente. Cuando una persona intenta arrancarse la vida es un tema que puede la ciencia enfrentar con este individuo, pero cuando un grupo amplio de una sociedad intenta o logra suicidarse, entonces el tema es sociológico y debe ser abordado con las herramientas con las que cuenta la Sociología.
En el Programa Estatal de Salud Mental que opera en el estado y que encabeza la ex presidenta municipal de Escárcega, la Dra. Rosaura González Castillo, ha hecho lo que puede o está a su alcance.
Un grupo de jóvenes egresados de la carrera de psicología de la Universidad Autónoma de Campeche intenta enfrentar el debate y hallar posibles soluciones al dilema. Pero la realidad es que aún no hay solución ni resultados alentadores que pudieran hacer creer que se tenga una respuesta.
Un primer diagnóstico hace referencia a que el alto nivel de suicidio en Campeche es “multifactorial”, así de complejo y así de vacío.
No hay una sola temática social que no tenga en su raíz diversos factores. La pregunta es ¿cuáles son esos factores? ¿Cómo pueden aislarse de ser posible? y ¿cómo orientar las estrategias para decodificarlos?
La tarea no es menor, pero solo si se convierte en una prioridad podrá disminuir una línea estadística que no deja de crecer. Si es “multifactorial” hay que crear un equipo multidisciplinario; ningún científico por sí solo podrá resolverlo. Ya es tiempo de pasar del ¿por qué pasa?
Si todas las instituciones, dependencias, la escuela y el hogar no trabajan de la mano difícilmente la solución estará cerca. Con un sistema educativo totalmente positivista, donde las matemáticas y la física son más importantes que otras materias en las que los jóvenes pueden ser más orientados a como convivir con sí mismo, en la sociedad y su entorno, el esfuerzo tendrá que ser enorme.
La escuela te enseña que 2 x 2 = 4 pero todos sabemos que esta operación matemática no da respuesta a los problemas cotidianos. Es indispensable hacer pensar a los jóvenes, hacerlos convivir, es importante hacerles conciencia de que por difícil que sea este mundo, estará mejor si están aquí. La familia tiene en medio de esto un papel fundamental.
Hay depresiones, malas relaciones afectivas, hay falta de comunicación entre padres e hijos y una ausencia total de campañas que ayuden a elevar la autoestima y el significado de la vida. Hacer una campaña cuesta, pero no sería descabellado llamar a todos los medios de comunicación en el estado a que hagan un compromiso por la vida, y que sin ningún costo trasmitan y contribuyan a difundir los mensajes que la sociedad debe escuchar.
En lo que escribía este párrafo, 125 personas se suicidaron en el mundo, que se suman a los más de tres mil que lo hacen diario.
Ojalá que estas líneas lleguen a tiempo para alguno, para que no se quiten.