EL UNIVERSAL
Los cerca de 700 besos que Ignacio Lehmann ha recogido en Nueva York, Londres, París, Berlín, Barcelona, Buenos Aires y ahora en el Distrito Federal, son besos callejeros de un fotógrafo callejero.
Este artista de la lente de 29 años camina hasta por 14 horas al día buscando besos. Pueden ser besos robados a los primeros rayos del sol o “cachondos” en plena madrugada; besos cazados en camiones, parques, plazas, avenidas o capturados con fondos de monumentos emblemáticos.
En su amplio y diverso álbum fotográfico que ha llamado “100 World Kisses” y que es un working progress en Facebook, Ignacio Lehmann tiene besos cargados de ternura y amor filial, de padres a hijos, de abuelos a nietos; también tiene besos entre amigos, amantes, novios, gays y lesbianas.
Incluso ha dado cabida a gente que besa a sus mascotas o besos de mascota a mascota, perros en Coyoacán, caballos en Berlín.
Al fotógrafo argentino que comenzó este proyecto en julio de 2012 en Nueva York, no le interesa encasillarse en un estereotipo, vive con lacerteza de que “todos entramos en el universo del beso y no pienso limitarlo a ningún estereotipo clásico, entre chico-chica o sólo entre parejas”.
En menos de un año, Lehmann ha viajado por siete ciudades para contarlas en una serie de 100 besos que sube a facebook.com/100WorldKisses sin rankearlas, si alguna exigencia tiene es que las alista es regresiva, de la 100 a la cero, con la cero cierra el álbum y emprende el viaje a otra ciudad para contarla con imágenes y besos. “No son fotos estéticamente perfectas porque si no serían de estudio o de revista, son fotos callejeras”.
Para recoger cien fotos a Ignacio Lehmann le toca realizar una labor de convencimiento; con su cámara al cuello se acerca a la pareja de amorosos que lo sedujo, les cuenta entonces del proyecto, les da confianza, cuando los ha convencido y fotografiado, saca su sello y les pone en la muñeca la marca de que son parte de “100 World Kisses”.
“El hecho de hacer 100 es un desafío, es un proceso arduo y largo donde a veces las cosas resultan y a veces no, también la idea es mostrar a la ciudad, contarla a través de los besos; no es hacer una guía turística de cuánto vale el plato de enchiladas o dónde es bueno hospedarse, para mí la gente es lo más importante, más que los monumentos o los edificios, es la gente en primer plano a través de la figura de un beso”, señala a EL UNIVERSAL el fotógrafo argentino.
Conexión con mensaje
El beso ha estado muy representado en el arte, es emblemática la fotografía del Beso de la victoria, de Alfred Eisenstaedt, donde una enfermera es besada apasionadamente por un marino al término de la Segunda Guerra Mundial o el óleo El beso, del pintor Gustav Klimt o la escultura El beso ,de Auguste Rodin; Lehmann las conoce bien, antes de viajar a Nueva York “para probar suerte”, trabajaba en un museo de arte de Buenos Aires.
Un buen día, junto con su novia, Ignacio llegó a Times Square y sin pensarlo allí arrancó el proyecto y en menos de un año ha logrado casi 700 fotos. “La verdad es que pienso mucho en besos, veo muchos y los busco, me parece que el beso es alucinante, es buenísimo besar y ver a personas besarse, quiere decir que entre esas personas hay algo, una conexión”.
Él registra esas conexiones, por eso se afana en que el beso sea de verdad. “El beso es un acto de conexión pacífico, un acto de armonía y amor y de paz; es un gran mensaje”.
Lehmann ha aprendido a viajar solo, a conocerse más a sí mismo, pero además ha aprendido a afinar “este radar que abrí hace tiempo cuando comencé a buscar besos, ahora me resulta muy difícil apagarlo. Estoy todo el tiempo buscando y todo el tiempo estoy con la cámara, a veces intento dejarla pero no puedo”.
Asegura que no está obsesionado con los espacios como sí lo está con los besos; sin embargo, muchas veces empata la caricia con los lugares emblemáticos de cada ciudad, así tiene besos en París bajo la Torre Eiffel, en Londres bajo el Big Ben, en Berlín frente a la Puerta de Brandeburgo, en Nueva York a los pies de Times Square y en México en el Zócalo, en el Monumento a la Revolución, en la Torre Latinoamericana o ante las Pirámides de Teotihuacan.
“Pero también hay fotos nocturnas, de madrugada, donde no hay nadie, o fotos de una madre besando a su hijo en un camión, te das cuenta que es México por las facciones de la gente”, dice el comunicador cuya página tiene cerca de 30 mil seguidores.
Cada álbum que Ignacio Lehmann ha conformado hasta el momento tiene su propia personalidad determinada por los amantes y por las ciudades. De las siete ciudades que el fotógrafo argentino ha visitado para su proyecto, México es donde más se besan en la calle.
“Se besan un montonazo, se besan los chicos de escuela, los mayores, se aprietan estando en la calle, en un parque tirados besándose como si estuvieran en su cama. Es impresionante, no lo he visto en ningún otra ciudad, con lo cual el DF es muy bueno para hacer el proyecto; pero por otro lado a los mexicanos les da mucha vergüenza, le tienen temor, vergüenza o miedo a la cámara; por ejemplo aquí no te permiten sacar fotos en el Metro o el Metrobús, la policía pregunta ‘¿para qué estás sacando fotos’ o te piden que borres una foto si no tienen un ‘oficio’”, dice.
Un caso distinto son los parisinos, que dice Lehmann, son bastante especiales y muy difíciles de tratar, con ellos no sólo el idioma fue una barrera porque no les gusta que les hablen en inglés, fue animarlos a besarse en la calle. “Pero por otro lado, los paisajes son extraordinarios, las fotos de París salieron súper parisinas. Otro caso es Londres, donde son más distantes, más fríos; en Nueva York aman la cámara. Cada ciudad tiene sus secretos, el punto es descubrirlo y armar el álbum”.
Así ha ido por la vida cazando besos y amantes, formando un álbum que es inspirador, como una vela encendida que puede prender otras velas en un tiempo donde el mundo entero vive momentos complicados y de gran caos.
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