¿Qué le pasa a una autoridad cuando cree que puede o debe ocultar que su antecesor, de cualquier nivel, le dejó deuda? Habrá quienes lo consideren cortesía política, silencio por el apoyo electoral, pero el término sólo es uno: complicidad.
La torpeza les impide ver que si se callan lo que encontraron, pues poco harán cuando se les pregunte por qué no avanzan y tienen que cargar con una losa que les impusieron. Lo que hace Ana Martha al esclarecer la deuda es excelente, lo mismo que Enrique Iván, pero en ninguno de los dos casos la estrategia funcionará si no terminan deslindando responsabilidades. Para los ciudadanos comunes, nos da igual si el PAN o el PRI antecedieron a las autoridades porque por lo que siempre luchamos es que no importe quien sea, las cuentas sean claras.
Eso no ha pasado. El endeudamiento de la Comuna campechana va desde trienios atrás lo mismo que esa irresponsable acción de meter más gente a la nómina al extremo de llevarla hoy a casi 4 mil empleados.
En Carmen no sabemos cuántos hay.
Enrique Iván le está cargando la vara a su antecesora igual que Ana Martha a quien la precedió, pero en ambos casos no basta sólo con decirnos qué nos dejaron, sino también cómo y quiénes son responsables. No se nos olvide: el garante político de una administración es el gobernador o el alcalde, porque a ellos se les dio la confianza y si los saqueadores o dilapidadores fueron sus colaboradores es su responsabilidad: ellos los designaron.
Es muy cómodo a toro pasado decir que me traicionaron, que me engañaron cuando el daño es para toda una ciudad o un estado.
Es exactamente igual de irresponsable eso que dejar a Che Cu hacer los desmanes que comete por el simple hecho de que agrede a otra esfera de gobierno. ¿Van a actuar así cuando el Palacio Federal sea sede de las oficinas de un Gobierno Federal del PRI? ¿Van a ver con ojos de topo que se violenta la ley, que se entorpece el tránsito, que se afecta a terceros? Porque es muy cómoda la postura de la policía local, esa responsable del orden público y de la pacífica convivencia en aras de la prevención y no acuda a poner orden sino que a todas luces pareciera que es cómplice y hasta les facilita el acceso a los rijosos.
Que Ana y Enrique digan que les dejaron una carga pesada no nos importa. Ambos sabían que serían alcaldes, que la cosa no era sencilla y aún así se registraron, compitieron y ganaron. Lo que sigue es dar resultados y por ello pasa detallar las cuentas y fincar responsabilidades.
En el caso de Campeche no puede ser que no haya culpables de que la deuda haya doblado el monto original que anunció Carlos Rosado al dejar el cargo –casi $280 millones- y que ahora la misma ya esté en más del doble y sea precisamente en los 9 meses en los que se abandonó por completo el servicio a la gente y el mantenimiento público.
Ana Martha además tiene que lidiar con imprudentes como los líderes del sindicato que ahora piden un 25 por ciento de aumento salarial. Qué irresponsables: ven el diluvio y no se hincan.
En Carmen el sábado pasado el Cabildo y el alcalde dejaron claro que sus declaraciones sobre la deuda y lo mal que reciben es una pose: aprobaron la cuenta pública del cierre de 2009 y con ello dicen que el tema no es investigar nada.
No habrá más escrutinio y el Congreso recibirá cifras para aprobarlas sin mayores problemas: la Comuna ya protegió a quienes antecedieron a Chely y a ella misma, según queda claro. ¿Y entonces?
La cosa es delicada si nos sentamos a ver que lo que se privilegia es el ánimo de paz y de seguridad que se vive en Campeche mientras quienes saquearon las cuentas públicas municipales, al menos en las de los dos principales ayuntamientos, no recibirán castigo. De igual manera, el ejemplo está a la vista: se puede cerrar un edificio público –federal, claro-, se puede golpear a funcionarios públicos –federales, claro-, se puede alterar el orden y lesionar a terceros y no pasa nada.
Viendo este escenario bizarro ¿podemos reclamar, exigir a los ladrones que no vengan a Campeche? ¿Alguien puede sentarse a explicarles a todos los que leemos periódicos o vemos lo que sucede por qué a esos unos pillos no les pasa nada y sí les puede pasar a otros?
El ejemplo es claro: llega al gobierno con $50 mil y un VW: Nunca explicarás cómo te convertiste en empresario y terrateniente, no en ladrón porque eso sí está penado, sobre todo si vienes de fuera. Eso es de rufianes, no de gente bonita.
¿Qué alcalde quiere el 35 por ciento de comisión por obra? El martes les cuento.
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