Cecilia Liotti
Columna Invitada
Cecilia Liotti
Master of Arts en Ciencia Política por McGill University. Politóloga por la Universidad de Buenos Aires. Profesora Investigadora y Analista Política.
@CeciliaLiotti

(In)satisfacción democrática

Voces, Sábado 16 noviembre, 2013 a las 10:42 pm

Latinobarómetro 2013 es un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20,000 entrevistas de América Latina representando a más de 600 millones de habitantes. Es producido por la Corporación Latinobarómetro, una ONG sin fines de lucro con sede en  Santiago de Chile. La ficha técnica de la medición da cuenta de su veracidad. Por sus fuentes y  herramientas nos permite tomar los datos duros como base seria de la discusión para interpretar nuestro continente, pero especialmente México.

México, Perú y Honduras son los tres países menos satisfechos con la democracia mientras que los uruguayos se posicionan en primer lugar de felicidad democrática.

En psicoanálisis la satisfacción del deseo queda unida a la imagen del objeto que ha procurado la satisfacción. El deseo está indisolublemente ligado a huellas de nuestra memoria tan profundas, que encuentra su realización en la producción alucinatoria de las percepciones que se han convertido en signos de esa satisfacción.  En otras palabras y para el caso que nos ocupa, ¿a qué imagen está asociada nuestra satisfacción del deseo político democrático?

El estudio sostiene que en México la alternancia en el poder no produce impacto inmediato sobre el apoyo a la democracia debido a que después de un repunte se produce una pérdida sostenida. En 2013 México ha perdido 12 puntos porcentuales de apoyo a la democracia respecto del promedio 1995-2013. En el 2000 con el triunfo de Vicente Fox el apoyo a la democracia alcanzó 44%, pero demoró dos años, hasta el 2002 para aumentar a 63% manteniéndose durante todo el resto de la presidencia terminando con un 59% en el 2005. Felipe Calderón inaugura un sexenio con un 54% en 2006 para bajar a 48% en 2007. La democracia no se recupera en ese período y alcanza un mínimo de 40% en el 2011. En el 2012 asume la presidencia Peña Nieto y en el 2013 solo un 37% apoya a la democracia.

El análisis de Latinobarómetro concluye preliminarmente que la violencia y el narcotráfico son parte de la explicación. La hipótesis es que la vuelta del PRI después de dos gobiernos panistas es sintomática en la búsqueda de una solución no a problemas políticos, sino más bien de la sociedad mexicana y la violencia. La alternancia en el poder no soluciona los problemas del país. Palabras que reproducimos tal cual aparecen esbozadas en el estudio.

A nivel continente, a mayor educación, hay mayor nivel de apoyo a la democracia; la posición ideológica no cambia la percepción y  la relación entre tener para comer y democracia es directa. Sin comida, se castiga a la democracia.  Además el ingreso también pesa. A aquellos que les alcanza para ahorrar la defienden más. Las instituciones no son una variable menor. La consolidación de la democracia dependerá en gran parte del proceso de aumento de los niveles de educación en la región; de la capacidad de desmantelar la pobreza, que en todos tengan algo que comer; así como influirá la capacidad de los sistemas políticos de atraer a los ciudadanos a participar en el sistema político y no mantenerse al margen, tres elementos que surgen de las respuestas de los mismos latinoamericanos como agenda para afianzar la democracia. El 65% de los latinoamericanos sí cree que se necesitan partidos políticos para garantizar una mejor democracia.

Sin embargo, para el 38% de los mexicanos encuestados la democracia puede funcionar sin Congreso y para el 37% la democracia o el autoritarismo “da igual”.

Los datos duros de las encuestas arrojan una aproximación a la percepción de una situación, pero hay que interpretarlos. ¿Cómo diferenciamos en México lo democrático de lo que no lo es? A la mayoría de la gente la democracia le es indistinta al autoritarismo, lo mostró el estudio. Pero, ¿cuál es el objeto de referencia para nuestra satisfacción democrática? En México siempre hubo elecciones. Esto solo no puede ser un indicador. Tal y como lo mostró la encuesta, la satisfacción democrática se percibió en su pico más alto transcurridos los dos primeros años de la alternancia en el 2002 en un 63%, para luego volver a quedar casi al nivel inicial como el 44% del 2000 y el 37% del 2013.

Si la satisfacción del deseo queda unida a la imagen del objeto que ha procurado la satisfacción y la satisfacción parece estar asociada a la primera alternancia, ¿es ese el concepto de democracia que tenemos los mexicanos?

Quizá como en el psicoanálisis, ilusión de que la democracia como alternancia cambiaría radicalmente el estado del arte. En Latinoamérica la incapacidad del Estado para resolver problemas como corrupción, delincuencia, narcotráfico y desempleo aparece como explicación del desencanto democrático.

En este sentido, no estamos completamente de acuerdo con la interpretación de Latinobarómetro para México.

Nuestra interpretación es que la alternancia posiblemente causó una ilusión de satisfacción democrática, de lo que la democracia resolvería, que luego se disipó.

La conclusión es que a cada región hay que observarla en su particularidad, igual a cada país. Una pista de esto, la da el caso de Venezuela donde el nivel de aprobación hacia el gobierno venezolano muestra cómo la mitad de los ciudadanos apoya el chavismo, antes con Chávez, ahora con Maduro y, a una sociedad dividida sobre este eje de ser chavista o no. Queda claro que esto no es algo que aplique para el resto del continente.

Para México el nivel de satisfacción democrática está vinculado a lo que anhelábamos traería la alternancia. Sin embargo, al igual que el resto de los latinoamericanos percibimos corrupción, violencia y desempleo. En todo caso, la democracia debería ser nuestro ideal para satisfacer un deseo colectivo del tipo de sociedad al que siempre podamos referenciarnos.