En “Adiós al IFE (II) (2011-2013)” publicado en el Excélsior el 30 de octubre, quien fuera consejero del IFE, Francisco Guerrero Aguirre, se despidió con un balance personal de su experiencia. Sin embargo, el adiós al IFE es algo más que una salida personal. Todo parece indicar que el Instituto Nacional Electoral (INE) se va a crear y que, por lo tanto, asumirá, entre otras, las funciones de los institutos electorales estatales.
Si bien todavía desconocemos el formato final de la propuesta de reforma política, que tendrá que ser aprobada por el Congreso, es técnicamente factible pensar que el INE operaría con delegaciones federales bajo la misma lógica con la que funcionan orgánicamente las ya existentes representaciones estatales de las oficinas del Gobierno de la República.
¿Con qué fin? Con el objetivo de que los gobernadores no puedan disponer de los recursos que llegan actualmente a los institutos electorales y tengan que cabildear más arriba: no para disponer, sino para “consensuar”. Al menos ese aparenta ser el sentido en que se orienta la reforma aunque la última letra no está escrita en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Por lo que hemos visto hasta ahora, el Pacto por México ha resultado muy efectivo como forma de negociación entre líderes de los partidos políticos para desahogar una agenda legislativa que está acordada de antemano –es un pacto- aunque desde fuera da la impresión de que aún se están discutiendo los puntos principales.
¿Se afecta al federalismo? Decisivamente. El pacto federal da a cada estado su soberanía y habrá centralización. Pero a esta altura parece que cambiar la parte orgánica de la Constitución –la estructura de la administración pública- es moneda de cambio de cada día. Hoy por hoy se reforma todo: la educación, los impuestos, el modelo energético, la minería, telecomunicaciones y más. La Constitución se ha vuelto tan manipulable, una Constitución a modo, que se enmienda por la vía del Congreso cada vez que se necesita. La ley fundamental de una nación, la Constitución, se permuta según el humor político – o del Pacto por México y los acuerdos alcanzados dentro del mismo. Constitución zurcida y remendada es la que nos va a quedar.
Muchos politólogos llenaron las redes sociales y editoriales con preguntas de duda y resignación sarcástica: ¿qué pasaría si desaparecieran todos los tribunales estatales para que todo lo resolviera una nueva “SCJN”? Pues algo así pasa con el INE. Se cuestionaron varios.
A nivel judicial y, respondiendo a la pregunta anterior, sí vale aclarar que los mismos ya existían en materia contenciosa administrativa, es decir, que en materia electoral, factualmente no se crearon tribunales especiales electorales como tales.
Sin embargo, el problema que discutimos hoy no es la virtuosidad o no del IFE o del INE (o del TEPJF). El punto es que las reformas a la Constitución se operan en completa laxitud y amplitud mientras que el discurso de los legisladores evoca lo contrario: la representación de todas las voces, que es en realidad, la de los intereses partidistas.
¿Es legal? Completamente. Pero se aleja de los ciudadanos. Todo esto
nos toma desprevenidos e impotentes. ¿O lo sabía a la hora de votar las curules del Congreso de la Unión? Ahora trasciende el impuesto a los chicles, bebidas azucaradas y comida para mascotas como parte del paquete aprobado de la miscelánea fiscal (reforma porque fue aprobada por el Poder Legislativo). Pero, ¿un chicle detona nuestra economía? ¿Vamos a perder obesidad por pagar IVA a los refrescos? Es salud institucional, no salud nutricional, y la reforma es más que golosinas y combate a la obesidad por dejar de tomar aguas dulces.
La reforma hacendaria servirá para ampliar la base recaudatoria, queda claro. ¿Cómo se va a usar? Ya lo veremos. En 45 días, quizá, igual veremos la próxima reforma: la energética y luego, la política. Eso refrenda el pacto de caballeros.
¿Qué sigue al Pacto por México? ¿Un Congreso en recesión? Si ya todo se aprobó ahora falta que digan que necesitan vacaciones o subirse el sueldo por el alto nivel de efectividad. O ¿qué sigue sin Pacto por México? Sin pacto la forma de las concesiones cambiará y la agenda más lenta u opositora se volverá. Pero en lo inmediato, entre bombos y platillos, exabruptos y barricadas de legisladores, en el espectáculo de San Lázaro, el jueves de Noche de Brujas, nos dejaron bien gravado nuestro “dulce o truco”.
Muy posiblemente para el 15 de noviembre habrá reforma energética. ¿Reforma política? Antes de que se renueven las dirigencias panistas y perredistas, pero reforma al fin.
Pregunta: ¿dónde queda la ciudadanía? Parece que esta palabra fue excluida del lenguaje político. Todavía estamos a tiempo. Debería volverse a incorporar. Finalmente, es la fuente de legitimidad.