EDGAR ITCHÉ VILLAFAÑA
REDACCION@MULTIMEDIOSCAMPECHE.COM
La Procuraduría General de Justicia del Estado confirmó que el pasante de medicina, Julio Alejandro Arroyo Ocaña, se suicidó inyectándose varias sustancias en el cuerpo antes de cortarse y morir desangrado.
El occiso tenía más de siete años sintiéndose en depresión por una ruptura en su relación amorosa y por la carga pesada que era su pasantía, entre otras causas que manifestó en su cuenta de Facebook; de igual manera se reveló parte de su carta póstuma.
En conferencia de prensa, el procurador de Justicia, Arturo José Ambrosio Herrera, informó que tras los estudios realizados se confirmó el suicidio de Arroyo Ocaña.
Dentro de las pruebas mostradas por la autoridad, confirmó que en el Centro de Salud del ejido La Cristalina no se encontró huella alguna de violencia, tanto dentro como fuera.
El hoy occiso imprimió la carta póstuma donde explicó las causas del porqué quería quitarse la vida, documento que fue elaborado el 23 de noviembre por la noche en una laptop y luego impreso en la máquina del Centro de Salud para posteriormente ser borrado.
Las tres cuartas partes de la carta están impresas, mientras que la otra sección fue escrita a mano con puño y letra del occiso utilizando un bolígrafo que se encontró en el lugar donde falleció hace unos días.
“Hola, extraño. Si estás leyendo esto significa que estoy muerto. En fin, de cualquier manera no hay mucha explicación. Cursaba por un tipo extraño de depresión que no curaba el prozac y que sentí tras llegar a punto culminante de mi vida, que mi existencia no tiene sentido”.
“Gracias a todos y perdón por no encontrar la respuesta, aunque ahora podre conocer qué hay del otro lado de la gran mancha blanca que dicen se ve al final del camino: lo presencié ya dos veces. Bueno, la muerte como 10 veces o más, pero sólo dos significativas”, escribió.
Dentro del mismo documento se dirige a los medios de comunicación a los que pide que manejen la situación con tacto, diciendo también que esto será imposible.
De ahí concluye con su nombre y pidiendo perdón, además de decir que tenía siete años de no ser feliz, y menciona “solo espero haber sufrido”.
En el documento también señala que antes de morir se inyectó lidocaína, metalizol, diazepan, buthilihoscina y cloruro de sodio.
Ambrosio Herrera manifestó que el occiso primero se inyectó en la parte izquierda del pecho y el antebrazo derecho, tal y como dan fe las jeringas encontradas el cuarto de la persona, con residuos médicos, así como las ampolletas de los medicamentos.
Además de las pruebas hechas por la institución se llevó a cabo la autopsia psicológica que fue hecha por Ana María Chávez Hernández, experta en la materia, quien detalló que la víctima colocaba la muerte como única solución a su problema.
De igual manera en el documento se encontró sentimiento de agresión contra sí, quien tenía pocas alternativas de solución y herramientas de cambio, no encontraba sentido a su vida, además de muestras preocupación por su madre, al saber que su muerte le ocasionará dolor.
En la misma autopsia se estudiaron sus publicaciones en los mensajes de teléfono celular y del Facebook, donde se denota su sentimiento de inseguridad y autodevaluación.
En el mensaje del 23 de noviembre, a las 9:47 horas, comenta que contempla una solución a sus problemas y muy probablemente se refiera a su plan de muerte, también manifiesta un estado mental en el cual ya no se siente necesario para los otros ni para la vida que lleva y al parecer estaba muy decidido a quitarse la vida.
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