En el 2013, la Sagarpa, con el aval de la Semarnat, autorizó a la empresa Monsanto cultivar en Campeche 253 mil hectáreas de soya genéticamente modificada.

En junio de ese mismo año, ante la seria amenaza de contaminación, pero sobre todo de afectación a la producción de miel, uno de los productos más valorados en la entidad y de mayor valor comercial por su exportación a países de la Unión Europea, organizaciones indígenas y campesinas del estado presentaron sendos juicios de amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación .

Aunque desde entonces la siembra de transgénicos ha estado oficialmente detenida en espera del resolutivo final, tras las impugnaciones de Monsanto y la propia Sagarpa, se ha documentado la tala y desforestación de al menos 38 mil hectáreas en las selvas de Hopelchén para la siembra de soya convencional y transgénica.

Será esta semana cuando la Suprema Corte dé a conocer su veredicto definitivo: o salvaguarda los intereses de la transnacional Monsanto o protege los derechos de los pueblos indígenas del país y, particularmente, de Campeche, que cuentan con el apoyo de organizaciones como Change.org, Greenpeace, The Nature Conservancy, entre otras.

Redacción
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(Foto: www.oleaginosas.org)