Las drogas en vez de lograr cierta felicidad hace todo lo contrario, destruye familias, crea violencia doméstica, violencia en la ciudad y en el país, fue en lo que  coincidieron el Obispo de Campeche, José Francisco González González y el Obispo de Quintana Roo, Pedro Pablo Elizondo.

El líder católico de la Iglesia en Campeche indicó que a veces el uso de las drogas se suele asociar a la búsqueda de la felicidad, deseando con esto desahogarse de los problemas del día a día, sin embargo, este vicio termina dañando más a la persona y a sus familiares y amigos.

Comentó que lamentablemente en nuestro país el uso, difusión, siembra y fabricación de las drogas ha ido creciendo.

“La droga va generando una adicción que cada vez  va más a la alta, pues la persona drogada ya no tiene la capacidad de entender y vivir según una ética, además que el consumo de la droga va en aumento en menores que son inducidos para que ellos den continuidad al negocio”, señaló Monseñor.

Declaró la avaricia que guíe ese tipo de negocios lleva al hombre a la destrucción, causando, además de la adicción, un gran dolor a las familias y por ende a la sociedad, mientras por otro lado hay gente que vive de generar estos problemas.

Por su parte el Obispo de Quintana Roo, Pedro Pablo Elizondo, comentó que la idea de que la mariguana no hace daño es una gran mentira, un engaño, señalando que, si bien en ciertos contextos o situaciones puede ser medicinal, la realidad es que causa daños neurológicos y tiene consecuencias mortales, además de que mata la ‘neurona de la ambición’.

“Una persona, por más suave que sea la droga, siempre le va a afectar en la neurona de la ambición y como consecuencia lo convierte en alguien que no quiere ni trabajar, ni estudiar, ni casarse; es como un objeto que está destruyendo esa ilusión que nos da la vida y nos motiva superarnos a todos los seres humanos”, expresó.

Wilmer Delgado Rojas
[email protected]