
El PRD ha ocupado, en ausencia de otras posibilidades, el espacio que corresponde a la izquierda a partir de una plataforma ideológica y programática fundada en los principios del “nacionalismo revolucionario” de cuño priista, que éste abandonó después de la presidencia de José López Portillo.
A 23 años de su fundación el PRD no ha podido elaborar un marco ideológico y programático realmente de izquierda. Las explicaciones son muchas, pero una fundamental es que quienes dan impulso y convierten al partido en una verdadera alternativa político-electoral eran los herederos del “nacionalismo revolucionario”.
Salen del PRI, precisamente porque es posición ya no tienen espacio. Los retazos de la izquierda – militantes de diversas guerrillas, del Partido Comunista (PC), del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y de otras pequeñas fuerzas- se integran a ese esfuerzo y juntos crean el PRD.
La fuerza del “nacionalismo revolucionario”, por la trayectoria de algunos líderes y por su imagen nacional, es quien se impone y da la tónica hasta el día de hoy. Un alto dirigente del PRD, me decía hace tres años, que estaban urgidos de “despriizar” la propuesta el PRD.
Andrés Manuel López Obrador, el heredero más claro del “nacionalismo revolucionario”, con su liderazgo y fuerza electoral dio millones de votos al PRD, pero a cambio de enarbolar su plataforma, que abrevó en el PRI, y que éste renunciara a las posturas propias de la izquierda del siglo XXI.
El abandono de López Obrador abre la posibilidad para que el PRD elabore, ahora sí, una propuesta ideológica y programática de izquierda y a tono con la realidad del país. El porcentaje de los mexicanos que se identifican todavía con el “nacionalismo revolucionario” sigue siendo alto, pero tienen un límite y ya no va a crecer.
Un amplio sector de la sociedad mexicana, éste sí en ascenso, se identifica con las posiciones de izquierda del siglo XXI y tiene una abierta simpatía con las propuestas ideológicas y programáticas de los socialistas brasileños, chilenos, uruguayos y también franceses y escandinavos.
El PRD está en una posibilidad única, que no ha tenido desde su fundación, para convertirse en un real partido de izquierda y por lo mismo dejar atrás el “nacionalismo revolucionario” que lo han mantenido al margen del movimiento internacional de la izquierda.
Esta construcción no va a resultar fácil ya que un buen número de perredistas se ha formado en las posiciones anteriores y no en las propias de la izquierda, que incluso considera como “neoliberales”, por solo poner un ejemplo, la decisión de los socialistas brasileños de llevar a Petrobras a la bolsa de Nueva York.
El reto que tiene el PRD es formidable y el aporte que le puede hacer a México extraordinario. Se trata de dotar al país de una real izquierda y que ésta sea del siglo XXI, acorde con la nueva realidad del mundo y de un país inmerso en ella. La tarea es enorme, pero también los resultados derivados de la misma.
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