Gabriela Aguilar Nah/Fotos: Robin Canul
Hay costumbres y tradiciones que, de ser tan cotidianas, esconden su importancia a la vista de todos. Este es el caso de la taza de chocolate y pan dulce, que solían acompañar las mañanas de nuestra infancia. Son pocas las personas que, al hablar de costumbres campechanas, mencionan el consumo de chocolate; sin embargo, haciendo memoria podemos darnos cuenta de que tenemos varias anécdotas alrededor de una taza de espumoso cacao.
Lo anterior quedó más que comprobado una mañana de atípico frío en la ciudad, cuando quien estas líneas escribe fue recibida por Luz Angélica de la Mora y Alonso Soriano de la Mora en un desayuno “muy campechano”: chocolate batido y pan dulce.
Ellos –madre e hijo- son los administradores de Chocolates De la Mora y nos abrieron las puertas de su hogar (que también es su taller de producción de chocolate), para recordarnos la importancia que tiene para el estado procesar el cacao.
Ya llevan poco más de seis años en la elaboración de chocolate torteado, pero es hasta hace dos que deciden comercializarlo formalmente y abrirse paso en el difícil camino de las micro empresas. A pesar de los obstáculos que se han presentado –principalmente económicos- la familia De la Mora sigue firme y plenamente convencida de que su labor es importante y que su producto es de alta calidad.
Todo comenzó como una costumbre que Angélica no quería dejar de realizar: compartir momentos familiares a través de una taza de chocolate. Pero la receta heredada de la abuela le salía tan bien que empezó a venderlo entre sus amistades y después a elaborar chocolate por encargo. El proceso era largo y agotador, y en él se gastaban muchos insumos. Pasaban días tostando granos de cacao, para después llevarlos a moler, preparar la pasta y tortearla, “realmente pasábamos días completos haciendo todo esto”. A partir de la creación de su micro empresa, adquirieron una tostadora de granos, un molino “moderno” y compraron un molino antiguo, para darle el acabado fino. Alonso nos cuenta que gracias a estos artefactos ahora el proceso es más rápido, pero sigue requiriendo supervisión personal y trabajo manual. Asimismo, han podido adquirir infraestructura que les permite ampliar sus horizontes en el mercado y contar actualmente con tres productos para venta directa al público.
Esta microempresa está dando pasos muy firmes y ha aprendido a administrarse muy bien, tanto en recursos humanos como en económicos. En el taller de chocolate laboran cuatro personas (tres mujeres y un hombre) que se encargan directamente de la producción, y dos más colaboran fuera, en promoción y venta del producto.
Hasta el momento, su punto de venta principal se encuentra en el local 23 del Bazar Artesanal, pero también se puede conseguir en la librería de Casa 6 y en la Casa de Artesanías Tukulná.
EL PROCEDIMIENTO
Los granos de cacao se pasan cuidadosamente por la tostadora durante un tiempo aproximado de 75 minutos, una vez que están tostados en su punto, se enfrían y se introducen a un primer molino “moderno” durante 15 minutos; este molino tiene un rendimiento más alto, ahorra energía y tiempo. Sus discos son de piedra y equivalen a pasar los granos por mucho tiempo en un metate. Se exprime y se obtienen los ácidos del cacao que repercuten en la intensidad del sabor del chocolate. El resultado es un fudge (chocolate líquido muy caliente) que se mezcla con el azúcar, la almendra y la canela.
Posteriormente, se introduce al molino más rústico: una “reliquia” fundida en bronce en una sola pieza con discos metálicos. Ahí se pasa varias veces el fudge hasta obtener una especie de polvo parecido a la cocoa y que poco a poco va derivando en una pasta de acabado muy fino que servirá para ser torteada por las trabajadoras. Después se envasa y se coloca en la bodega.
LA FRASE
Alonso y Angélica se han encargado de darle el toque personal a la labor de hacer chocolate. Desde que empezaron a crear una empresa formal, han supervisado de cerca todos los detalles, desde el nombre del producto, la imagen y su frase publicitaria. Respecto a ésta, Alonso nos comenta con mucho entusiasmo cómo surgió: estábamos en el proceso de buscarle nombre al producto y ver cómo sería su imagen. Yo, en ese momento, tenía otras labores y desempeñaba otro trabajo. Un día, estaba dando clases cuando mi mamá me llamó y me dijo ‘Chocolates De la Mora: quien los prueba, se enamora’ y me pareció muy bueno porque precisamente refleja lo que sucede con quien prueba nuestro chocolate: no lo olvida nunca.
OTROS CAMINOS
Angélica y Alonso han fusionado su trabajo con el de artesanos locales para realzar la presentación de su producto y así podemos encontrar las tablillas en jícaras labradas, globos de panadero, cajitas de jipi y en batidores y tazas de madera. Asimismo, las tejedoras y bordadoras de textiles les han hecho exclusivos manteles y caminos de mesa o ropa para sus presentaciones, “la gente me paraba y me preguntaba dónde podían comprar una blusa como la mía y yo decía que era mi línea para mujeres ‘hermosas’, porque cuando estás gordita te dicen ¡qué hermosa te estás poniendo!; todo esto es promoción, así que también estamos apoyando a las artesanas textiles”, nos dice Angélica.
Asimismo, incursionaron en campos insospechados: distribuidores de productos para spa. “Hay una tendencia de tener caramelos finos, trufas, chocolates finos y orgánicos. Trabajan con el sentido del gusto también y ahí nos han solicitado el chocolate de grano puro de cacao, que es un buen termogénico, lo que hace que elimines más rápido las toxinas”, comenta Alonso.
IMPORTANTE EN LA ECONOMÍA
“Tenemos cosas que valen la pena, desafortunadamente para el chocolate campechano, no es reconocido aunque haya sido un coadyuvante en la economía de la familia. Desde hace años muchas familias preparaban tablillas de chocolate y se dedicaban a venderlas. Cuando surge la Universidad, las mamás se ven en la necesidad de buscar mayores ingresos económicos para que sus hijos puedan estudiar”, nos dice enfáticamente Angélica, quien ha conocido a muchos profesionistas que terminaron su carrera gracias al sustento de las jefas de familia. “Algunos (profesionistas) están muy orgullosos de haber estudiado gracias a que sus mamás vendían las tablillas de chocolates. Y otros se avergüenzan de eso y prefieren ocultarlo y no reconocerlo, lo que es lamentable”.
Considera que no se le ha dado la importancia al chocolate campechano; “hay quienes llevan 60 años de hacer chocolate en el anonimato, pero ¿cuánta gente hay que realmente lo reconozca y le dé su lugar? ¿Cuántas personas tienen una foto de su mamá o su hermana, tía, abuelita, haciendo chocolate? Era parte de la dinámica familiar, de la convivencia. Incluso heredar los batidores. Es parte de las costumbres de la entidad”. Deja muy en claro que es parte de nuestra historia y de las grandes celebraciones familiares: “ahora está muy claro, es patrimonio intangible. Tengo que hacer algo y dejarlo registrado”.
No hay fotos, pero hay vivencias porque se trata de momentos muy importantes, aunque no se les reconoce. “En Campeche hay pibipollos, frijol con puerco, pan de cazón y toda una serie de alimentos que son el pretexto para la convivencia familiar y te cuentan algo que te da más identidad, como cuando te enteras de parientes que tal vez ni conociste, pero sabes lo que hacían en la familia”. Asimismo, Angélica nos hace comprender que la diversidad de maneras de preparar el chocolate nos hace saber más de nuestro estado: En Pomuch, por ejemplo, hacen el chocolate sin azúcar. “Me gustaría hacer un registro de las variedades del chocolate en Campeche”.
PROYECTOS
Angélica de la Mora dice que aún vienen muchos planes para su negocio del chocolate: pronto tendremos presencia en Xcaret y seguiremos firmes en posicionar el chocolate campechano.
Concluye comentando que “en el estado hay una serie de alimentos que son el pretexto para la convivencia familiar y te cuentan algo que te da más identidad. Me gustaría hacer un registro de las variedades del chocolate en Campeche, por ejemplo, o visitar aquellos lugares donde todavía es una fuerte costumbre beber una taza de chocolate”.
Cabe mencionar que, junto con el reportero gráfico, terminamos contando anécdotas personales alrededor de la mesa con una taza de chocolate en las manos.
FRASES:
“Tienes que conocer bien lo que ofreces, conocer tu producto y estar involucrado en el proceso de elaboración. Hay que sensibilizarse”.
Alonso Soriano de la Mora
Administrador
“Si tienes un chocolate muy bueno, pues vístelo de fiesta también”.
Angélica de la Mora
Administradora
CONTACTO:
81 7 56 58
981 82 9 14 28
Andador Aguascalientes #5, manzana 91 por calle Sonora, colonia Fidel Velázquez, San Francisco de Campeche, Campeche
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