Al 31 de diciembre reapareció en el lenguaje coloquial el término “compras de pánico”. No porque se acabara el mundo como se predijo por falsos oráculos o malas lecturas de los calendarios mayas en el 2012, sino porque el primer día de este año, los impuestos le dieron a nuestra economía doméstica y empresarial un tiro de gracia.
En el paquete fiscal se aprobó el IEPS, término que todos debemos conocer, o que ya conocimos en las compras en los supermercados o abarrotes. Impuesto Especial sobre Producción, IEPS, un peso por litro de bebidas azucaradas, así como de 5% a productos con alto contenido calórico, que son alimentos que aporten 275 kilocalorías o más por cada 100 gramos. Impuesto que afecta a refrescos, frituras, confitería, dulces, gelatinas, chocolates y productos derivados del cacao, flanes, etc., así como dulces de frutas y hortalizas, cremas de cacahuate, entre otros. Especialmente los primeros de la lista son los que están fuertemente incorporados a la dieta de las familias mexicanas (y muy arraigados para desterrarlos y combatir la obesidad). Igualmente, la tortilla y el pan ya aumentaron.
Para dimensionar la magnitud del impacto, una tienda tradicional tiene dentro de su oferta alrededor de 500 productos de los cuales 350 están gravados, por lo que los precios al consumidor final ya se hacen sentir.
¿Negocios afectados? Posiblemente muchos, pero sobre todo los más pequeños que operan a nivel de supervivencia. Además, en nuestro país, las PYMES son las que generan empleos. En este sentido estos nuevos impuestos van contracorriente. ¿Promueven verdaderamente las empresas pequeñas o afectan su productividad? La respuesta intuitiva es que afectan negativamente a las PYMES, motor de la economía, y por supuesto, disminuyendo el poder adquisitivo de la gente de menor nivel salarial.
Según el sitio oficial de ProMéxico de la Secretaría de Economía las micro, pequeñas y medianas empresas (PYMES), constituyen la columna vertebral de la economía nacional. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen aproximadamente 4 millones 15 mil unidades empresariales de las cuales el 99.8% son PYMES, que generan el 52% del Producto Interno Bruto (PIB) y 72 % del empleo en el país.
Por otro lado, al no haber cambios en la propuesta para sustituir el régimen de pequeños contribuyentes (Repecos) por el régimen de incorporación fiscal, muchas microempresas podrían verse afectadas y moverse a la informalidad porque no estarán en posibilidad de tributar bajo un régimen más complejo.
Si lo pensamos en términos de operación cotidiana de un negocio es difícil de asimilar para un comerciante que tiene un puesto en el mercado, por ejemplo. ¿Cómo? ¿Con cuánto? ¿Con qué pondrá en práctica un pequeño empresario la normativa fiscal vigente? O más allá, ¿cómo soportará la carga fiscal?
Las pequeñas empresas y las empresas familiares de baja escala no tienen el nivel de ganancias o la infraestructura para realizar pagos o trámites complejos. La reforma hacendaria es una restructuración de la disciplina fiscal; resulta obvio. Hay que aprender, pero también hay que tener los medios, el nivel de ingreso, el tiempo, la capacidad económica de poder ejecutarla.
El paquete hacendario implica también cambios sobre el Impuesto sobre la Renta (ISR), que es el aspecto que se usó para justificar la reforma como progresista ya que existe un tabulador que graba desde el 31% a ingresos mensuales entre 500 mil y 750 mil pesos, pero afecta a una porción significativamente menor de población. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) llega al 16% en zonas fronterizas y alimentos de mascotas y la Ley Federal de Derechos son igualmente parte del combo tributario.
De acuerdo con datos recientes del INEGI, 6.7 millones de mexicanos perciben un salario mínimo. Eso representa el 15.1 % de la población ocupada en el país. Gente, que de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) apenas puede completar la canasta alimentaria básica por persona (no por familia) estimada en mil 202.85 pesos para noviembre del 2013.
¿Reforma recesiva o progresista? En un país donde según el Consejo Nacional de Población (CONAPO) al 2012 la población mexicana asciende a 117.3 millones de personas, que según el CONEVAL existen 53.3 millones de pobres según la medición al 2012, que de acuerdo al INEGI durante el tercer trimestre del 2013, la Población Económicamente Activa (PEA) se ubicó en 52.3 millones de personas (de los cuales el 15.1% de la población ocupada recibe salario mínimo diario, que a partir del 1 de enero es de $67.29 para la zona A y de 63.77$ zona B) y donde el motor de la economía son las PYMES parece más un tiro de gracia a la economía de mucha gente, que una visión igualitaria.