Cecilia Liotti
Columna Invitada
Cecilia Liotti
Master of Arts en Ciencia Política por McGill University. Politóloga por la Universidad de Buenos Aires. Profesora Investigadora y Analista Política.
@CeciliaLiotti

Legado de Paz

Voces, Domingo 30 marzo, 2014 a las 10:00 am

El blog de la redacción de la revista Letras Libres brinda homenaje al poeta, escritor, pensador, hombre de palabras profundas que dejaron marcas en México, Octavio Paz. De hecho, Enrique Krauze publicó un texto, “Octavio Paz. El poeta y la Revolución”, que es retomado en una revisión que nos invita a volver al siglo de Paz, a su pluma analítica y estética, la impronta que lo trascendió. Octavio Paz creyó en la idea revolucionaria de la liberación social, pero sobre todo en la transformación de las sociedades humanas por medio de la poesía y el amor. Como otros contemporáneos de su época cuestionó regímenes políticos, el totalitarismo, pero sobre todo la burocracia estatal y la hegemonía, que abate pluralismos y la diversidad de nuestro país.

Los cien años de su natalicio son un motivo para recuperar su legado. Para analizar el México de hoy.  “¿Ha pasado el pasado?”, como cuestionó Moreno Villa en Cornupia de México en 1940. Según Christopher Domínguez Michael, “El laberinto de la Soledad” no hubiera sido escrito de esa manera sin el antecedente de Moreno Villa: “¿No has leído historia de México?”, y contesta el personaje retórico: “Para escribir este libro, no. Además la historia de México está en pie. Aquí no ha muerto nadie, a pesar de los asesinatos y los fusilamientos. Están vivos Cuauhtémoc, Cortés, Maximiliano, don Porfirio y todos los conquistadores. Esto es lo original de México. Todo el pasado es actualidad. No ha pasado el pasado.”

¿Qué fragmentos de la historia no han cambiado? ¿Solo retazos de tiempo como un soplo de nostalgia embriagada? Quizá como las iglesias que se erigieron sobre templos mexicas o mayas, que no son solo riqueza arqueológica, tal vez, salvamentos que delatan el origen.

Así como en teoría política preguntamos qué principios de justicia deben inspirar las instituciones, de la misma forma, Octavio Paz, desde la belleza de su poesía y de su prosa nos permite hacer una deconstrucción del siglo XXI mexicano.  Ser antropólogos sociales, desmontar conceptos o construcciones intelectuales por medio del análisis y mostrar así contradicciones y ambigüedades.

El estudio de la realidad humana es complejo.  Paz fue un pensador democrático.  Por eso, como en el tributo a Ptolomeo, deletrear a Paz es adivinar, interpretar lo oscuro y lo dificultoso de entender, pero de manera muy sencilla porque lo hace con arte. Los poemas fluyen en su lectura: Soy hombre: duro poco/ y es enorme la noche. /Pero miro hacia arriba:/las estrellas escriben. /Sin entender comprendo:/también soy escritura/y en este instante/ alguien me deletrea.

Los aciertos de la democracia mexicana -o sus retrocesos-  nos transportan a lugares como la Ley de Ordenamiento Social de Quintana Roo, que restringe manifestaciones sociales. Estoy de acuerdo con lo que sostuvo el mismo Krauze en “El derecho natural de protestar” que las acciones violatorias de la legalidad son cuestionables. Krauze se refiere al abuso de los grupos o asociaciones sindicales o políticas de su derecho constitucional a la libre manifestación. Tal y como lo vimos recientemente, estos grupos han taponado vías de comunicación, bloqueado aeropuertos, agredido a ciudadanos sin reparar en la regla escrita.  Sin embargo, Krauze recupera la convicción cívica: no debemos infringir las leyes que existen.  La convicción cívica es la que nos salva de caer en la maldición de ser reaccionarios, así como la defendieron los liberales del siglo XIX que confiaron en la ley para salvaguardarnos de los atropellos del poder, los caudillismos y monarcas. Pero, la ley, fuera de su enfoque de la filosofía política, tiene autores e intereses. Eso también lo sabemos. No es ingenua. También puede dar estocadas si no la razonamos en justicia al hacerla. ¿Qué sucedería si los ciudadanos de Venezuela o Ucrania no pudieran manifestarse en contra de sus tiranías?

En el umbral de recordar y volver a vivir una obra maravillosamente cosmopolita y mexicana, y al hombre, Paz, veamos a nuestra democracia no a través de un calidoscopio donde los espejos inclinados y las láminas de vidrio hacen que las imágenes se vean multiplicadas simétricamente, sino a través de un concepto incluso parecido al de “Amor Mundi” de Arendt, del amor que nos enseñó Paz, que trasgrede religiones, pero también lo cumple, en el sentido de peregrinaje: “Todo amor es una eucaristía”.

El legado de Paz es ver la irregularidad, desigualdad, desproporción, desequilibrio, anomalía de forma crítica; también, captar el amor, la belleza y la verdad. “Huimos a la luz que no nos miente/y en un papel cualquiera/ escribimos palabras sin respuesta. / Y enrojecen a veces/ las líneas azules, y nos duelen”. “¿Ha pasado el pasado?”, como preguntó Moreno Villa. En el legado de Paz puede estar la respuesta.