Vaya debate el que se ha dado por las cuentas públicas municipales. El anuncio claro de Ana Martha Escalante sobre cómo recibió el ayuntamiento de Campeche, ha resultado una piedra en el camino para muchos de sus homólogos que, como si la Comuna fuera propiedad privada, se niegan a dar los detalles de sus cuentas.
El primer falso debate es la negación de la necesidad de financiar el desarrollo vía deuda. Milton Friedman ganó un Premio Nobel por sus postulados económicos sobre ello y ha quedado igual demostrado que el error es fatal cuando se usa esa vía para financiar gasto corriente.
El segundo falso debate es asumir como “cortesía política” proteger la salida del antecesor, en esa ilógica pretensión son los ciudadanos los que padecen porque la hacienda pública se desestabiliza y le niega claridad al uso y destino de los recursos.
Enrique Iván se equivoca cuando evita hablar de la deuda de Ciudad del Carmen, catalogada como “ejemplar” por su manejo y restructuración por la consultora Fitch Rating.
“Para elevar la competitividad de las ciudades del país es necesario contar con gobiernos locales profesionalizados, eficaces y estables, capaces de entregar resultados y de trabajar de manera conjunta con otros gobiernos. Sin innovación institucional, el municipio no es más que una institución diseñada para el fracaso”, señala el IMCO y esa premisa vaya que queda hoy como anillo al dedo.
Agrega: “el desempeño de los gobiernos municipales se caracteriza por su bajo nivel de profesionalización, la brevedad de los periodos de gobierno y la ausencia de programas de servicio civil de carrera. Esto conlleva a una alta rotación de los funcionarios y, por tanto, a la pérdida de las curvas de aprendizaje de cómo funcionan los municipios, resultando en servicios públicos de mala calidad”.
“Por estas razones, la propuesta central del estudio (del IMCO) es la creación de la figura del Administrador urbano. Se trata de un funcionario con perfil técnico, con influencia a nivel metropolitano, encargado de coordinar y dirigir a las dependencias municipales hacia la obtención de resultados que beneficien a la ciudadanía.”
Pero esa propuesta se topa con las implicaciones políticas. La cortesía política, como la de no haber hecho pública la deuda de 2,500 millones que dejó la anterior administración estatal que ni el concierto de Andrea Boccelli pagó, nos lleva a repesar que tenemos, como sociedad, que exigir una claridad presupuestal similar a la que ahora demuestra Ana Martha.
Hoy, a la vista, Carlos Rosado Ruelas se equivocó al no detallar cómo recibió el ayuntamiento; cómo se lo entregó Oznerol: las deudas a proveedores, al ISSSTECAM, el desvío de recursos de programas de agua potable y toda una serie de anomalías que debieron hacerse públicos no para linchar al edil sino para corregir rumbo. Hoy, el disgusto ciudadano pasa por la frustración de que se robó, se abusó y se dejó la ciudad en una estado precario.
Campeche logró esta semana un lugar destacado como entidad en el tema de transparencia y ese esfuerzo vaya que le ha costado al actual gobierno sobre todo cuando arrastra desde hace dos sexenios, el lastre de las maquiladoras hechas con recursos públicos que siguen siendo usufructuadas por quienes dejaron el gobierno hace más de tres años; corrieron con los pagos del Centro de Convenciones y el saqueo de los Noval para un proyecto turístico patrimonio de una sola familia.
Todos los ayuntamientos, como todos los gobiernos, deben de hacer públicos el estado de resultados en que encuentran sus nuevos encargos y cómo los entregan. Hasta hoy, no hay un campechano que conozca el patrimonio real de la administración pública de la entidad ni el desglose de edificios y oficinas en renta porque se toma como una exhibida, porque, hay que decirlo, muchos fueron construidos con fondos públicos para rentárselos al gobierno ¡por los propios funcionarios!
Ojalá ya dejen de hacerse patos todos. Ese escándalo porque se hace público lo de unos y otros pueden resolverlo los diputados y hacer que la Auditoria Superior deje de ser esa oficina de complicidades y negociaciones y haya una auténtica exigencia de claridad y transparencia y se deje de fingir con discursos cuando lo que debe de hacerse es mostrar resultados y números, esos que hoy generan discusiones bizarras.
P.D. Ni cómo entender: maestros que no quieren aprender computación ni inglés. ¿Qué les pasa? Nada reditúa más en la vida que el conocimiento. Pobres muchachos, tan jóvenes y tan mediocres.
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