Associated Press
MADRID (AP) — Nairo Quintana subía a diario los 16 kilómetros del alto del Chote para ir al colegio en su Colombia natal. Lo hacía en una vieja bicicleta que pesaba más que un demonio con su mochila colgada a la espalda.
El día que dejó atrás en plena ascensión a un grupo de ciclistas profesionales que entrenaba en el puerto, supo que el ciclismo sería su vida.
Quintana, de 23 años, dio un puñetazo sobre la mesa con su victoria contra todo pronóstico en la prestigiosa vuelta al País Vasco, en España, el pasado domingo y mostró sus credenciales como promesa emergente del pelotón internacional. Un diario lo llamó el “escalador del futuro”, porque a la genética alpina con sabor nostálgico a viejas dinastías como las de Lucho Herrera o Fabio Parra suma una enorme potencia en las pruebas contrarreloj.
“El triunfo ayuda a seguir en esta línea de aprendizaje e ir haciendo carreras con mucha más confianza”, dijo Quintana en una entrevista reciente con The Associated Press. “El sacrificio que vengo haciendo en Europa está dando frutos”.
Quintana nació en el municipio de Combita, a unos 165 kilómetros al norte de Bogotá. Sus padres regentaban una pequeña frutería. No eran personas aficionadas al ciclismo. Hasta que las habilidades de su hijo sobre las dos ruedas los convencieron de intentar la aventura.
Quintana empezó a correr en el equipo Café de Colombia, donde sus maneras de escalador no pasaron inadvertidas. Dio el salto al profesionalismo en 2009 y al año siguiente conquistó en Francia el Tour del Porvenir, la primera victoria de un colombiano en 25 años en la prueba para jóvenes más importante del calendario.
El equipo Movistar español decidió ficharlo en 2012 para a pulir lo que considera un diamante en bruto. Desde entonces, Quintana vive y entrena en Pamplona, la ciudad natal del último gran campeón español, Miguel Induráin, ganador de cinco Tour de Francia.
“La parte más difícil es estar lejos de casa”, admitió.
Quintana disputó la Vuelta España del 2012 enrolado en el Movistar. Su primera experiencia en una prueba de tres semanas fue más que satisfactoria. Finalizó en 36ta posición y se dejó ver en todas las ascensiones como fiel escudero del líder del equipo Alejandro Valverde.
“Es un escalador puro, de los de antes, de los que puede romperte toda una carrera en una subida y ponerla patas arriba”, explicó José Luis Arrieta, uno de los directores del colombiano. “Pero dentro de que es un trepador nato, se defiende bien en el resto de terrenos y en contrarreloj progresa cada día más”.
Es en las pruebas contra el crono donde Quintana ha roto con la herencia de Parra o Herrera. Los colombianos siempre fueron grandes alpinistas, pero sus limitaciones en contrarreloj les privaron de victorias en carreras como el Giro de Italia o el Tour de Francia.
Quintana, en apariencia, no dispone de la potencia de corredores como el británico Bradley Wiggins. Mide 1,67 metros y pesa apenas 59 kilogramos. Una fisonomía ideal para la alta montaña pero poco adecuada en teoría para la exigencia de la crono. Sin embargo, el colombiano ha demostrado que no flaquea en ese terreno. De hecho, ganó la clasificación general de la vuelta al País Vasco gracias a su contrarreloj final, en la que concluyó la etapa en segunda posición a tan solo 17 segundos de un consumado especialista como el alemán Tony Martin.
“Fue una crono muy buena, la cual hicimos como siempre he dicho con cabeza y con piernas”, relató Quintana. “Estoy lejos de ser un contrarrelojista. Soy un escalador que trata de mejorar en la crono”.
“Desde que estoy en España, entreno las cronos con algunas series y ya hemos cuadrado bien el tema de la posición aerodinámica sobre la bicicleta”, añadió.
Con estos ingredientes, Quintana debutará en el Tour de Francia el próximo julio. Teóricamente acude para ayudar a Valverde. Pero existe un runrún en el Movistar de que su joven perla colombiana está llamado a protagonizar gestas inolvidables.
“Creo que, sin meterle más presión de la que se merece por su edad, ya está preparado para liderar al equipo en carreras importantes”, comentó Arrieta. “Su futuro es espectacular, se puede esperar todo de él, pero una cosa es lo que apunta y otra hasta dónde puede llegar. El tiempo y su sacrificio lo dirán”.
Quintana se plantea el Tour como una gran experiencia. Sueña con inscribir su nombre en alguna de esas cimas que convierten a los hombres en leyendas. Sin olvidar, que su objetivo final es vestir algún día de amarillo en los Campos Elíseos de París.
“Para este año, me planteo hacer un buen Tour de Francia, ayudar al equipo en lo que se pueda y ganar una etapa”, aseguró. “Pero el sueño sería pelear el triunfo en una de las grandes carreras de tres semanas: Giro, Tour o Vuelta a España. Aún soy joven y no sé hasta donde pueda llegar”.
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