
Lo peor de estos tiempos preelectorales es que todo sin excepción tiene connotación política, a quien ven, a que café van, con quien se sientan, con quien no se sientan, se llega al grado de analizar los milímetros de sonrisa que se dio y si fue falsa o no lo fue.
Ahora bien, imaginen lo que sucede con lo dicho (y también con lo que no se dice). Esto sería hasta cierto punto intrascendente en cualquier otro lado pero en una ciudad donde por la cantidad de población y el entorno circunstancial en la que el principal cliente es el gobierno y donde las relaciones son de todos con todos… todos somos politólogos, todos somos especialistas y todos tenemos “info”.
Así que, obviamente todos damos “lecturas” a lo que sucede pero ojalá lo hiciéramos desde la cabeza con un análisis objetivo y no desde el hígado como suele ser común.
A que voy con esto, a que no pensamos que si al estado le va bien a nosotros nos irá mejor, no, lo hacemos desde nuestro cerrado enfoque donde dividimos antes de unir, donde creemos que somos poseedores de la verdad absoluta y aparte nos empeñamos en señalar que todos los demás están mal.
La inmensa cubeta de cangrejos en la que si uno empieza a salir, es el único momento donde los demás se unen para bajarlo. Nos convertimos en nuestro peor enemigo y depositamos nuestra esperanza de mejora en la siguiente elección, cuando deberíamos estar hablando con los que desean servirnos acerca de los proyectos que tenemos en proceso y preguntarles cuales son las ideas para hacerlos crecer.
Ojalá el mismo empeño que se pone en armar estructuras, en visitas, en posicionamiento y en pensar la forma de convertir un evento inocuo en mitin político, se usara para dar resultados, para perfeccionar nuestras instituciones, para transparentar los recursos, para regresarnos la confianza.
De que sirve tanto empeño en ser sino se piensa en hacer, de que sirve decir que trabajarán para el estado, cuando es algo que deberían estar haciendo desde hace un buen rato, de que sirve que nos digan que cuidaran el presupuesto cuando se gastan un dineral solo en el culto a su personalidad… De que sirve que nos digan de su amor por el estado cuando hacen que el estado se divida en odios absurdos.
Se habla en cuchicheos y se ve por encima del hombro cuando hay personas del “otro grupo”, se recogen teléfonos en reuniones, se hacen reuniones casi casi clandestinas para ¿conseguir que el estado sea mejor y transparente?
A veces me pregunto si realmente sabemos lo que queremos o simplemente creemos saberlo desde nuestra burbuja de la zona de confort donde vemos las oportunidades pasar creyendo que si nada cambia, estaremos bien.
Dejemos de pensar en lo que pueden hacer por nosotros y veamos lo que nosotros podemos hacer pues solo así podremos salir y crecer. Desgastarnos en las lecturas de lo que hacen o dejen de hacer, quizá sea divertido e interesante pero en realidad es perder el tiempo cuando debemos de empezar a planear hoy pero viendo al futuro, haciéndolo desde la perspectiva de unión completa, donde cada uno se apoye en el otro, donde se pueda ver una verdadera hermandad mas allá de mezquindad, más allá de celos, más allá de envidia y mucho, mucho más allá de cualquier interés personal por encima del interés de la mayoría.
La gente de este estado es grandiosa, hábil y entregada y si no nos distraemos en cuestiones intrascendentes veremos de lo que somos capaces.