Columna Invitada
Rubén Aguilar Valenzuela
Licenciado en Filosofía, maestro en Sociología y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana. Tiene estudios de comunicación en el Iteso (Guadalajara, Jalisco) y de Desarrollo Institucional en el Inodep (París, Francia). Ha publicado una quincena de libros sobre temas relacionados con la educación y el análisis económico, político y social.
@RubenAguilar

Fin de la izquierda

Voces, Miércoles 18 diciembre, 2013 a las 10:03 am

La reciente reforma energética, en particular la parte referida al petróleo, por su significado político en la cultura nacional, implica un golpe demoledor a la izquierda mexicana que ha fincado en la imposibilidad de compartir la renta petrolera con otros actores, un tema central de su plataforma heredera ésta de la ideología del nacionalismo revolucionario del viejo PRI y no una posición de izquierda.

Si antes ese discurso era insostenible después de la reforma lo es todavía más y será ya un tema fuera de la agenda cuando en 120 días se apruebe la ley reglamentaria que permitirá a PEMEX, que no se privatiza, asociarse con  empresas privadas y públicas nacionales y extranjeras y con ellas compartir la renta petrolera.

La izquierda que existió en México hasta principios de diciembre de 2013 deberá cambiar si quiere permanecer y ser una alternativa válida. El país está urgido de una izquierda progresista, no que viva en el marco ideológico, conservador en muchos tramos, del viejo discurso de la Revolución Mexicana, siempre reclamada como suya por el PRI.

Esa plataforma y discurso solo convoca a un sector reducido de la sociedad mexicana, que tiende con el tiempo y los cambios generacionales a ser cada vez menor. La lucha que la izquierda pretende dar contra la reforma energética no va a prosperar, porque va en sentido contrario de las tendencias mundiales, y sí la va alejar de los sectores más amplios de la sociedad, aunque se puede consolidar, por un tiempo, en los files de su pequeña iglesia.

Si la izquierda sólo se atrinchera en una posición defensiva y a contracorriente de lo que sucede en el mundo, también en los países de izquierda y socialdemócratas, se convertirá, lo quiera o no, en un referente de tiempos pasados, en una pieza de arqueología y no en instancia viva capaz de hacer propuestas progresistas, que es uno de los elementos que definen a la izquierda.

La izquierda mexicana, la representada en el PRD y Morena, pero también la que se mantiene al margen de estos agrupamientos políticos requiere replantearse con inteligencia e imaginación cuál es su propuesta en la nueva realidad de México, que ha sido capaz de enterrar uno de los mitos fundadores del Estado moderno. Necesita ver al futuro y no estar anclada al pasado.

Las fuerzas de la izquierda mexicana están ante la posibilidad y ahora también ante la necesidad de deshacerse de una vez por todas de la ideología del nacionalismo revolucionario priista, que da forma a las posiciones políticas de algunos de sus más reconocidos dirigentes que tienen su origen en ese partido. Espero que lo hagan, México lo necesita.