Hace 200 años los héroes de la Independencia de México crearon un conjunto de leyes que consideraron darían rumbo a la incipiente nación mexicana. Hace 150 años Benito Juárez y compañía promulgaron una nueva Constitución para modernizar al país. Hace 100 años Venustiano Carranza y los suyos también hicieron una nueva Constitución, que nos rige hasta hoy, pensando que esa sería el parteaguas para una nación próspera, justa y equitativa.
Hoy, luego de poco más de dos siglos de historia, México realiza transformaciones profundas con el mismo propósito: modernizar, desarrollar, dar equidad, justicia, igualdad y un mejor nivel de vida a los ciudadanos.
Y no podemos decir que hoy el país es el mismo al de inicios del siglo XIX, al de Santa Ana, de Porfirio Díaz, de Benito Juárez, de Francisco I. Madero, de Lázaro Cárdenas, de Gustavo Díaz Ordaz o de Carlos Salinas de Gortari, pero en muchos aspectos se le parece demasiado.
La pobreza, la corrupción, la violencia, el subdesarrollo, son aspectos que como país no hemos podido superar.
La vida política también entra en ese escenario. Tenemos una democracia muy frágil y es frágil porque es reciente. Hace apenas cinco décadas las mujeres no podían votar. Hoy, la mitad de las candidaturas serán para ellas. Hace poco los ciudadanos fuera de los ámbitos partidistas no podíamos contender en las elecciones, en unos días quizá sí podamos.
El país y el estado han emprendido un, quizá lento, pero continuo proceso de modernización política. Viejos traumas, aunque bien justificados, deberán ir quedando atrás. No cabe duda de que el llamado “Sufragio efectivo, no reelección”, fue una necesidad imperante en un momento determinado y que se quedó en nuestra memoria colectiva y en nuestro ADN social.
Ayer, el Gobierno del Estado sometió a consideración del Congreso local la propuesta de reforma de la Constitución campechana en materia política, para adecuarla a los cambios de la Constitución federal.
En ella se incluyen la reelección de diputados hasta por cuatro años, la reelección por un periodo más de los alcaldes, las candidaturas independientes, entre otras que pueden mejorar nuestra vida política.
Pero si algo hemos aprendido a través de la historia de México y del Estado, es que no hay ley que valga sin la voluntad de hacerla valer. Todos los cuerpos legales y constituciones han representado una evolución respecto al presente estado de las cosas, pero su aplicación es otra historia. Su espíritu, ha sido letra muerta.
Sin duda ese es el mayor reto de esta nueva ley: su justa, legal y plena aplicación, sin trampas, y sin engaños.
TUMBABURROS
Deslave (Sust. común). Dícese del derrumbe de tierra y piedra en la ladera de un cerro y que arrasa casas y familias. Situación de riesgo de cientos de familias campechanas.
Injusticia (Sust. muy común). Falta de justicia. Situación vivida por un estado petrolero durante más de 30 años y que cree poder revertir con la llegada de trasnacionales.
Reelección (Sust. común). Acción y efecto de reelegir. Trauma de la historia mexicana que está a punto de cambiar… aunque algunos quieran emular los 30 años en el poder de Don Porfirio.