Una pregunta en forma de fantasma recorre el país. Una interrogante que es aplicable a campañas de diputados, senadores, alcaldes, gobernadores y presidentes. Una duda que es más fácil preguntar que responder: ¿Por qué ya no creen en los candidatos?
● SÍNDROME DEL FRACASO. Durante décadas, todos los partidos políticos, en su desempeño desde la oposición, han pasado por alto los resultados que se han obtenido en los tres niveles de gobierno, y han enraizado el “síndrome del fracaso”. El diagnóstico que se hace de la realidad nos lleva a considerar que los errores superan, por mucho, los aciertos. Esto ha dejado a la sociedad sin el ánimo de participar en busca de soluciones.
● GUERRA PARTIDISTA. El espíritu crítico de los políticos ha sobrepasado el equilibrio social. La autocrítica ha quedado reducida a poquísimos episodios de responsabilidad. No se puede esperar de los electores una reacción diferente a aquella en la que ha sido formado. La “guerra partidista” por el poder se ha floklorizado. En una sociedad, cada vez más apartidista, resulta natural que los candidatos sean rechazados, si su nivel de crítica es mayor a su capacidad de aportar soluciones. Cada vez las campañas se centran más en destacar lo mal que lo hizo el otro.
● DESCONOCIMIENTO. Una de las razones por las cuales las campañas están alejadas del ciudadano es el “desconocimiento” que los políticos tienen de las nuevas reglas sociales. Entre 1950 y 1990, el conocimiento se duplicó. Tomó 40 años. Actualmente el conocimiento se duplica en solo 900 días. La sociedad cuenta con herramientas que la impulsan a nuevas formas de concebir la relación que tienen con los partidos políticos. Las campañas carecen de nuevos métodos para convencer. La sociedad de hoy no puede asimilar una campaña anclada en métodos de hace 30 años. Se cree que en el 2020 la sociedad tendrá acceso a tantas herramientas que solo tomará 72 días para que duplique su conocimiento.
● INTERACTIVIDAD. Las campañas políticas se han centrado en dar a conocer el candidato, el escuchar de parte de los ciudadanos sus problemas, acto seguido el político remata con lo que se puede gestionar o no, y sigue a tocar la puerta del siguiente ciudadano. Una campaña siempre será más efectiva si deja de ser vertical. Los candidatos deben educar al ciudadano en darle valor a lo que cada comunidad, fraccionamiento o colonia, pueda resolver sus problemas según su propio criterio. Los ciudadanos hoy se quejan, y en escasas oportunidades, se les permite aportar las soluciones.
● RETO. Los partidos políticos tienen ya el mismo reto que las empresas. La competencia empresarial por vender servicios y productos al menor costo posible, lleva a los empresarios a adecuarse a las nuevas necesidades sociales. Apenas en el 2002, Google tenía en su plantilla a 25 empleados. Hoy es el buscador más fuerte del mundo, valorado en 200
mil millones de dólares. Google y otras empresas de comunicación entendieron que la mejor forma de crecer en preocuparse por ofrecer lo que los individuos espera y necesitan de ellos. Los partidos políticos deberían buscar los modelos empresariales que han resultado exitosos.
● CAPACIDAD. Los políticos creen que se han agotado las formas de revivir el pasado. Engañan, manipulan, y pasan por alto que, aunque el futuro es muy atractivo, las nuevas generaciones no buscarán el pasado. Apuestan por un discurso fácil, la declaración simple y el argumento repetitivo. Su incapacidad es tal que no proponen una nueva alianza entre los ciudadanos y el gobierno. Una sociedad que no participa, no tendrá jamás sentido de pertenencia.
● ORGANIZACIONES. En el afán de mantener el control, los partidos políticos y los gobernantes han estrangulado a la sociedad civil y a los organismos autónomos. Las únicas fuentes de información se han reducido a políticos y servidores públicos. La sociedad ha quedado cada vez más silenciada y se siente más alejada de un discurso oficial con el que no se identifica. Los medios de comunicación han contribuido a no fortalecer la opinión de la extinta sociedad civil organizada. Solo consideran como válido lo que esté relacionado con el aparato gubernamental. Una simple protesta de estudiantes toma fuerza por la sed que tienen los ciudadanos de ser tomados en cuenta.
Si los partidos políticos y los candidatos están tan preocupados por el llamado “Día D” es porque están conscientes que ni los partidos, ni los candidatos, ni los ciudadanos están en el mismo camino. Para el “Dia D” no se necesitara tanto dinero, si todos estarían conscientes que el valor más grande del voto del ciudadano, está en su autonomía.
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