Raúl Sales Heredia Heredia
Palabras Altisonantes
Raúl Sales Heredia
Tiene formación como contador público y se ha desempeñado en diversos campos que van desde la docencia, hasta la consultoría financiera, pasando en diversos momentos por el periodismo. Actualmente es vicepresidente de la Fundación Avanza.
@RSalesH

La inmortalidad del cangrejo y una cubeta

Voces, Viernes 22 marzo, 2013 a las 2:57 am

Decía Doña María Lavalle Urbina que lo único que un campechano no podía perdonar era el éxito de otro campechano.

Los años pasan y la situación sigue igual, tenemos arraigado en nuestro sistema el fondo de la cubeta. Estamos en lo más oscuro del fondo, cubierto por otros cangrejos y en lugar de trabajar unidos para salir a la luz y enorgullecernos del éxito de nuestros paisanos, nos damos a la tarea de difundir chismes, señalar con veneno escurriendo de entre nuestros labios la “suerte” que tuvieron.

Nunca capacidad, nunca visión, nunca trabajo. No, es cuestión de suerte.

Nuestros mejores jóvenes desean salir del estado, muchos lo hacen buscando las mejores universidades, pero la mayoría lo hace por la sencilla razón de que aquí, “no hay nada que hacer”. ¿Se les puede reprochar? No. Seguramente cuando lleguen con sus títulos de las universidades foráneas les abrirán las puertas por encima de los que decidieron quedarse aquí.

Así somos, así es nuestra ideología. Si es de fuera, es mejor, si es de aquí, bueno, si es de aquí siempre habrá algún pero.

Nuestra cubeta es tan amplia que podemos tener a los mismos cangrejos por años en el mismo lugar y todos contentos. No obstante, si alguno de ellos se mueve hacia la luz, inmediatamente le agarraremos una pata y para abajo. Del fondo nadie se mueve.

Mientras estamos en la comodidad de la cubeta, el exterior se sigue llenando, nuestra seguridad los atrae, nuestros recursos naturales son vastos, las oportunidades de negocio, de crecimiento, de cultura, están a la vista de todos… excepto a los que estamos dentro de la cubeta.

Y así seguimos, buscando venderle al gobierno, buscando chamba en el gobierno, buscando como hacer menos y obtener más. Así seguimos, en una absurda lógica de que si le compro a mi vecino lo voy a enriquecer y luego me mirará desde arriba y eso, eso no se puede permitir, así que mejor todos igual de mal para que sigamos siendo amigos.

Nos quejamos, exigimos mejores servicios sin ser mejores ciudadanos; queremos mejores sueldos pero, no nos preparamos; queremos lo mejor, pero no damos nuestro máximo.

En alguna ocasión dije que prefería comprar en Campeche y lo primero que me dijeron es que era mucho más caro.

Lamentablemente cierto pero, no es el precio, es la actitud que a veces asumimos, esa de que si te vendo te hago un favor y de que si invertí mi dinero, debo de recuperarlo en meses. O sea, debo de obtener una utilidad del 100% al menos. Eso en ningún lado funcionará.

Y mientras seguimos dando vueltas en nuestra cómoda cubeta, el mundo se reduce y ahora estamos  a un click de distancia de empresas trasnacionales y nosotros seguimos sin verlo, sin decirle al mundo que Campeche tiene todo lo que buscan y hasta lo que no están buscando.

Si abren una taquería y les va bien, órale, vamos a abrir otra a lado. Sushi, ropa, cafés. Una de dos, o el sol está secándonos las ideas, o la sal está atrofiando nuestra imaginación.

Campeche es uno de los estados más ricos de México, de los más bellos. Tenemos todo lo que podríamos desear para ser una referencia obligada en servicios, en turismo, en gastronomía, en apicultura, ganadería, pesca, industria, recursos renovables… pero nos falta un ingrediente de nuestro futuro éxito, nos falta confianza y admiración por nosotros mismos.

Necesitamos ayudarnos mutuamente, confiar en lo que hacemos, apoyarnos como campechanos.

Nos falta subirnos uno sobre otro hasta que un cangrejo salga a la luz y todos empujemos hacia el mismo lado para volcar la maldita cubeta y olvidarnos de la “inmortalidad del cangrejo”.