ASESOR: del latín assessor “asistir, ayudar”.
Un candidato siempre busca el posicionamiento ante sus posibles votantes, busca convertirse en la mejor opción para convencer al ciudadano de emitir su voto.
Un candidato se refiere a sí mismo en plural para demostrar que hay un proyecto compartido y que se está buscando integrar a la mayoría en el mismo. Para eso el candidato tiene a su lado a un grupo de personas que lo ayuda, que lo aconseja y suele ser un imán para algunos que como sanguijuelas, se pegan para alimentarse del éxito o del futuro éxito del mismo.
Dentro del grupo de personas que lo auxilian se encuentran coordinadores de logística, personas que llevan la agenda y especialistas en diversas áreas. Estos especialistas son conocidos como consultores o asesores.
Estos asesores son los que masticarán la información y le darán datos duros, o le escribirán discursos, o buscarán que su nombre suene en medios de comunicación.
El asesor es quien filtra información y personas permitiendo al candidato “hacer su trabajo”. No obstante, en México no existe un código de ética que regule el actuar de los asesores, no existe un tabulador que permita darnos una idea del sueldo que percibirán.
Es decir, no existe nada que limite a estas personas a hacer “lo que sea” con tal de que su candidato acceda a la silla de elección popular.
Es por eso, que el asesor debe ser una persona de probada valía, de alto compromiso ético en su vida, honesto, integro y capaz de anteponer el bien de la mayoría antes que el personal.
En caso contrario, el asesor deja de ser un activo y hace que el grupo se divida en cuotas de poder, donde hay que ver quién es el más fuerte, el poderoso, quién le habla al oído al candidato. Incluso puede llegar a sabotear desde dentro, el proyecto.
¿Cuál es el interés del asesor? Si es ideológico porque el candidato comparte sus mismos ideales y el proyecto de gobierno que propone es factible, el asesor cobrará por su trabajo, pero solo de manera simbólica, es más importante que se haga. Si es ideológico no viciará el proceso “haciendo lo que sea necesario”, consultará al candidato y en ocasiones lo enfrentará para mantenerlo dentro de esos principios.
Por otro lado, si su asesoría o consultoría es sólo por su nivel de experto pero, sin compartir el punto de vista, cobrará mucho dinero y hará lo que tenga que hacerse sin importarle consecuencias, pues al fin y al cabo, es el candidato el que las pagará.
El asesor no es coordinador de campaña, él no se ve, él es un experto en su área, da su opinión y cobra por ello. El problema es cuando se da cuenta del poder que tiene y empieza a maniobrar y manipular.
Cuando quiere convertirse en protagonista y olvida la razón de que esté ahí, cuando no acepta crítica pues conoce el tema, cuando cree que su opinión es la única que realmente vale, cuando se cierra.
El asesor empezará a imponerse sobre el grupo de trabajo, ya no será relación entre iguales por un proyecto conjunto, no, el celo aparece, la necesidad de control surge y el asesor deja de serlo para convertirse en el peor rival del candidato. Su nivel de experto lo avala pero, expertos hay muchos, gente leal y útil…no.
¿Quiénes son? ¿Cuánto ganan? ¿A quiénes le son leales? ¿Es su única fuente de ingresos? ¿Apuestan todo por el proyecto de su candidato?
¿Cual es el interés del asesor?
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