Raúl Sales Heredia Heredia
Palabras Altisonantes
Raúl Sales Heredia
Tiene formación como contador público y se ha desempeñado en diversos campos que van desde la docencia, hasta la consultoría financiera, pasando en diversos momentos por el periodismo. Actualmente es vicepresidente de la Fundación Avanza.
@RSalesH

La larga cola del reptil

Voces, Viernes 17 mayo, 2013 a las 11:59 am

En nuestro sistema político existen ciertos seres que se denominan dinosaurios. Políticos que han brincado de puesto en puesto, de función en función, de secretaría en secretaría, incluso han saltado de partido en partido.

Estos eternos “servidores” públicos basan su permanencia, supervivencia o perpetuidad en el sencillo precepto de cultivar relaciones.

Se vuelven amigos, amigos de los amigos, hacen favores a cambio de favores. La supervivencia de la especie a través del nutritivo flujo de efectivo de la ubre gubernamental.

Lamentablemente, las nuevas generaciones de políticos fueron apadrinados por esta especie, les enseñaron lo que saben y ahora son viejos dinosaurios en cuerpos jóvenes. La partenogénesis de la especie, la perpetuación de los dinosaurios.

Si perduraran por el servicio, no habría problema, es más, hasta aplaudiríamos que hubiera continuidad y planeación. No es así y parece que no lo será. Estos políticos de la “vieja-nueva” escuela creen que lo importante es llegar y perdurar y para eso hacen, deshacen, adulan, traicionan, unen intereses y entregan apoyo incondicional al tope de la cadena alimenticia mientras les sea funcional en su ascenso en esa escala.

Y para poder subir, se agrupan para apoyar a su “dinogallo”, hacen cenas, reuniones y buscan pegarse y lograr que éste llegue para seguir perpetuándose en el gran privilegio de “servir” al pueblo.

Quizá creen que como las lagartijas, pueden eliminar la larga cola que arrastran pero, a diferencia de estos reptiles, los grandes dinos no pierden su cola, por el contrario, se arrastra tras ellos dejando un rastro visible. Pueden decir que son la mejor opción pero si en sus actos, en sus actitudes, en sus bienes y en especial, en su servicio y atención a la gente a la cual juraron servir no lo demuestran, nosotros, la base, veremos cómo su larga cola los persigue y se arrastra tras ellos.

La honorabilidad, honestidad y servicio es un tema que parece que se les ha olvidado tras los cientos de empalagosos halagos que les prodigan.

Ahora empezarán con sonrisas, saludos, visitas a comunidades en las que solo aparecen cuando quieren su voto o su apoyo.

Somos un pueblo noble, confiado y olvidadizo. Nos da por creer que esta vez, sí van a trabajar, que esta vez sí nos van a responder. Tenemos una fe ciega en que esta vez las cosas mejorarán, que nos cumplirán, que trabajarán. Nos han mentido tantas veces que ya no vemos la larga cola del reptil, escuchamos de manera insensible las promesas. Han lucrado con nuestra necesidad tanto tiempo que ya nos acostumbramos a extender la mano y a recibir lo que nos quieran dar. Los mismos discursos, las mismas dádivas.

Y mientras, la larga cola del reptil sigue creciendo mientras su dueño hace amarres por detrás, promesas que no ha de cumplir, en desvíos de recursos para su posicionamiento, en recaudación de fondos a cambio de favores futuros. Así es esto, me dirán algunos. ¿Lo es? ¿Lo merecemos?

Las amistades y los contactos no deberían ser la medida del político, debería serlo su trabajo, su calidad moral, sus principios, su atención a la gente, sus resultados, su honestidad, su integridad, su disposición de servir a un país que merece gente que se comprometa en su mejora.

Como cada vez que se acerca una elección, los grupos se conforman, se alinean, se tiran dentelladas. Todavía no nos ven ni nos usan pero, en este momento es cuando debemos influir y presionar si queremos gente de bien o reptiles de colmillos afilados o una muy, muy larga cola que arrastran detrás.

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