“Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero” –Indira Gandhi.
Estamos por llegar a un año de que el Presidente Enrique Peña Nieto tomó posesión y el nuevo Gobierno de la República comenzó a actuar en la transformación de un país lleno de complejidades, donde el escepticismo y la contraposición de los gobernados ha sido especialmente difícil de convencer, poner de acuerdo y emprender el trabajo que requiere la nación.
Ya casi ha pasado un año de que los principales partidos políticos que gobiernan el país se sentaron a la mesa del diálogo y pactaron acuerdos para realizar las reformas estructurales que le darían las herramientas necesarias al gobierno, las empresas y la ciudadanía, para crecer. El desarrollo social y económico de México se ligó completamente a la todas estas reformas para establecer las condiciones adecuadas, o bueno, cuando menos esa es la fórmula que se nos ha esbozado.
A estas alturas contamos ya con reformas en educación, contabilidad, laboral y financiera, así como algunas adecuaciones adicionales y los presupuestos de ingresos y egresos para el ejercicio del 2014. Se discuten dos reformas más, la política y la energética, esta última quizá la de mayor dificultad pero al mismo tiempo la que podría cambiar la mayor parte de los escenarios.
El desgaste generado por cada una estas discusiones ha enrarecido el clima de las actividades económicas del país y creado incertidumbre en la población. 2013 ha sido un año de crecimiento mínimo, muy por debajo de los pronósticos originales; la inversión y el empleo, si bien se han recuperado para el tercer trimestre del año, han sido muy limitados. El subejercicio de gobierno ha provocado un estancamiento en muchas ramas de la economía y que los programas sociales no permeen en lo urgente. Adicionalmente las catástrofes climáticas y las condiciones de violencia que aún se viven en varios estados del país no ayudan a dar certidumbre a la gente.
Incluso se ha planteado una gran pregunta ¿Para qué un mayor gasto de gobierno para el próximo año si en el presente no ha podido ejercer el presupuesto autorizado?
Y es que tanto por los esquemas burocráticos que blindaron el ejercicio de los recursos así como por el acomodo del nuevo gobierno con una distinta manera de ejercer la administración, el hecho es que todo esto ha generado un estancamiento en gran parte de las actividades económicas del país. Que si bien no se ha declarado oficialmente una crisis, la realidad es que ya en muchas empresas y en los hogares del México se reciente una falta de liquidez y se comienza a ponerle nombre a esta situación.
Las medidas contingentes que se prevén para enfrentar los tiempos que se vienen plantean en la población general un panorama de crisis. ¿Será así?
El Gobierno Federal inyectará a la economía más de 4 billones de pesos en el 2014, sin embargo, este recurso para poder complementarlo hizo necesario se incrementaran los impuestos y medidas fiscalizadoras, así como se espera recurrir al financiamiento externo para reunir la cantidad requerida. Por cierto, son pocas o nulas las medidas que están relacionadas a una reducción del gasto corriente ni acciones que signifiquen un sacrificio adicional o un esfuerzo para hacer más productivo al gobierno.
¿Cómo se pretende alentar a la inversión interna y externa si el clima de negocios es adverso? Por ende ¿Cómo se pretende alentar la generación de empleo si los que tendrán el mayor peso y sacrificio de aportar al gasto público son justamente los empleadores?
En la escena de lo local, el panorama campechano se ha visto envuelto de una incertidumbre adicional a los sucesos nacionales; en Campeche habrá elecciones en 2015 para gobernador, por lo que el 2014 prácticamente es el último año para poder hacer el “sprint” final de la actual administración para concluir los proyectos que ha tratado de aterrizar. Así también, se plantean incrementos en los impuestos locales, como es el caso del Impuesto Sobre Nómina, en detrimento a la generación de empleo, y un extraño nuevo impuesto adicional para la Preservación del Patrimonio Cultural, Infraestructura y Deporte, que no se ha dicho a quiénes afectará y mucho menos cómo se canalizarán esos recursos que esperan sean por el orden de los 320 millones de pesos. ¿Acaso será para seguir construyendo
murallas?
Quizá sea necesario ser más claros y concisos en cuáles serán los beneficios que tendrán la aplicación de los nuevos impuestos y a su vez transparentar su manejo y aplicación.
Así también se considera necesario, conforme se estableció por el Congreso, el adquirir financiamientos para el gobierno del estado para tener los recursos que requiere gastar. ¿Adquirir deuda al término de un sexenio? ¿Dónde hemos escuchado eso antes? Quizá sea solo un “Deja Vu”.
El caso es que la ciudadanía emprendedora, aquella que hace el esfuerzo diario para subsistir, las empresas, empresarios y profesionistas, están viviendo una gran incertidumbre ya que no les es claro el panorama que les espera para el próximo año.
Ya no es un secreto el cierre que está habiendo en muchos negocios de la localidad, ni la caída radical en ventas que están teniendo muchos comercios y prestadores de servicios que se están viendo afectados por el efecto de la suma de los entornos nacionales y principalmente locales que los están exterminando.
Si los efectos de una mayor derrama de recursos con los millonarios presupuestos producto de las aportaciones de nuestros impuestos es la solución, esperemos esta no demore tanto ya que al ritmo que va, el segmento de la sociedad que sostiene la economía se terminará de extinguir y pues entonces ¿De que vivirán todos los demás?