Antes de 1980 el sistema fiscal mexicano se componía de un universo de 525 impuestos estatales y 73 impuestos federales, con una serie de particularidades para determinar la concurrencia y la intervención de la Federación, entidades federativas y municipios. A partir de la nueva Ley de Coordinación Fiscal, las participaciones a los estados ya no se asignó en función de un impuestos específico, sino en forma proporcional a la recaudación federal total. Sobre esta base se creó en 1980 el Fondo General de Participaciones. Solo quedaron siete impuestos federales, se hizo una bolsa y con nuevas reglas, iguales, se repartirían las participaciones a las entidades federativas.
Este sistema de participaciones logró vincular las participaciones globales pagadas a todas las entidades, a la recaudación tributaria federal. De esta manera, se descartó la participación impuesto por impuesto, y se garantizó a las entidades un porcentaje fijo de los ingresos tributarios federales.
Campeche en ese proceso vivió una situación muy particular dado que se deroga el Impuesto al Petróleo y sus Derivados y con ello tácitamente las participaciones petroleras. A través de las gestiones realizadas en esos años, se logró firmar un anexo al Convenio de Coordinación Fiscal, donde se acordó aumentar el porcentaje de participación de Campeche debido a su aporte petrolero; pero en ese entonces era poco menos del 4% de la producción nacional y en ese grado se impactaron las participaciones, en 3.81%. Cifra que quedó inamovible y no reflejaba la realidad de los años posteriores donde al manto petrolífico de Cantarell llegó a ser el segundo más grande del mundo y por sí solo representó más del 50% de la producción; aunque la región marina en su conjunto con sus demás pozos, representó más del 85% de la producción de petróleo en México.
En 1990 se logró un apoyo adicional mediante la firma de un convenio con la SHCP, exclusivo para Campeche, el cual compensó la baja en las participaciones por el cambio de fórmula de 1990, donde Campeche fue severamente dañado. Este convenio estuvo vigente hasta 2008, ya que la entrada en vigor del Fondo de Extracción de Hidrocarburos (FEXHI) lo dio por terminado. Su finalidad fue atenuar el deterioro en los ingresos por participaciones federales, pero no mejoró la situación financiera local.
Mucho se ha insistido durante todo este tiempo ante la federación solicitándole un trato justo y equitativo para Campeche respecto al reparto de la riqueza petrolera. Solicitud que con la Reforma Hacendaria de 2007 se atendió de manera más significativa, al establecer el Fondo para la Extracción de Hidrocarburos (FEXHI).
Aún así se siguió sin lograr algo digno, actualmente el FEXHI representa poco más del 25% de las participaciones federales, ya algo más decente; sin embargo, insuficiente. ¿Qué hace pensar que las cosas van a cambiar si en 35 años seguimos igual? ¿Acaso hemos equivocado la forma de enfrentar la lucha por más ingresos debido al aporte a la riqueza petrolera?
Por otra parte, nos hemos puesto a pensar que con la Reforma Energética ese discurso llega a su fin porque ya no se podrá exigir algo que a todas luces va a cambiar por la modificación fiscal que sufrirá Pemex y no se sabe el tratamiento fiscal de las empresas que invertirán en el territorio nacional.
Pemex cada vez extrae menos petróleo. Este comportamiento hace crecer el riesgo de que México pase de ser de un exportador neto a un importador. De seguir la reducción de la oferta del denominado oro negro, se puede convertir también en una limitante para impulsar tasas de crecimiento económico más aceleradas.
De acuerdo con las últimas cifras reportadas por Pemex, la producción de crudo descendió peligrosamente a 2.48 millones de barriles de petróleo diario en promedio durante el pasado mes de julio. Esta cifra es la más baja, por lo menos, en lo que va del presente siglo. En tanto que, en sólo 6 años, la producción de petróleo crudo de Pemex se ha caído en cerca de un millón de barriles diarios en promedio. Pemex se aleja cada vez más del máximo histórico de 3.46 millones de barriles diarios, en promedio, alcanzado en diciembre del 2003.
En la otra cara de la moneda, se tiene que las inversiones realizadas en el sector petrolero han mostrado una tendencia ascendente, pero insuficiente para impedir el desplome de la producción de crudo.
Para el presente año se tiene presupuestado un máximo histórico de inversión por 25 mil 300 millones de dólares, de los cuales 79% se orientará a la exploración y producción y el restante a organismos industriales.
La Reforma Energética era una acción urgente para seguir en la lucha por el desarrollo de nuestro país y enfrentar la competencia mundial; cada barril de petróleo a extraer ya tiene un comprador y los mercados mundiales requieren de las reservas petroleras de México para seguir su marcha creciente.
Con la Reforma Energética, las nuevas empresas vendrán a invertir en exploraciones que rendirán frutos en el mediano y largo plazos, no olvidar que es principalmente en aguas profundas, por lo que debemos tener en claro que nada será inmediato. Ante este panorama compuesto por algunas aristas que nos hacen pensar que vamos a obtener éxito, debemos estar conscientes que no hay ninguna garantía.
Por lo pronto, debemos asimilar que en Campeche nuestra lucha fiscal contra la federación ha llegado a su fin. El campo de la discusión y gestiones se trasladan al área de la economía e inversión. Nuestro problema no está en si recibiremos menos dinero por parte de la federación en 2014, nuestro reto está en cómo gestionaremos la construcción del escenario propicio para la inversión, generaremos el clima adecuado para los negocios y desarrollaremos la infraestructura económica que requiere Campeche a fin de enfrentar la transformación petrolera que vivirá el país. Desde ahora acaparamos la atención de los inversionistas mundiales de la industria de hidrocarburos. ¿Estamos listos?
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RRBáez